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Internacional de la educación
Internacional de la educación

Los manuales de historia ayudan a un buen entendimiento entre países

publicado 10 septiembre 2008 actualizado 10 septiembre 2008

La reciente detención de Radovan Karadzic, antiguo líder serbio responsable de la depuración étnica en Bosnia, ha suscitado manifestaciones nacionalistas de apoyo. Ello demuestra, si aún fuera necesario, que las injusticias de la Historia pueden repetirse de no ser asimiladas correctamente. De ahí la necesidad de ponerse de acuerdo sobre una versión común de la Historia y sobre la forma de enseñarla, y acabar así con los rencores y otras tensiones entre Estados o regiones de un mismo país.

La prensa europea se ha dado cuenta de que la detención de Karadzic ha coincidido con la creación del nuevo gobierno en Belgrado, que ambiciona entrar en la Unión Europea. En efecto, la construcción europea y el paso de más de 60 años desde la segunda Guerra Mundial han permitido el renacimiento y la realización de varios proyectos de manuales de historia binacionales.

Por ejemplo, desde el pasado mes de abril, los estudiantes franceses y alemanes ya pueden aprender con un manual común: Histoire/Geschichte-L’Europe et le monde du Congrès de Vienne à 1945 (“Historia: Europa y el mundo del Congreso de Viena a 1945”).

Los sindicatos de docentes nacionales han dado su aprobación sin reservas. Del lado francés, Jérôme Crozat, responsable de comunicación de UNSA-Education, considera que se trata de “una iniciativa intachable”. ¿Qué interés tienen estas obras? Por un lado, releer la historia del siglo XX de otra forma, menos nacionalista y etnocéntrica. Por otro, el método científico no es el mismo en Francia que en Alemania, por lo que los autores se ven obligados a revisar su forma de enseñar Historia, y a integrar la metodología, la visión y el estado de ánimo del otro. Un manual de este tipo beneficia sobre todo a los estudiantes, pues la mayoría de ellos no conoce la historia de sus “vecinos”. Este tipo de manuales escolares ofrece la posibilidad de entender el punto de vista del otro lado.

Claire Krepper, secretaria de Educación de SE-UNSA, añade que su sindicato está interesado en todas las iniciativas que permitan concretar el diálogo y el acercamiento entre los pueblos. La responsable de la sección de Contenidos de SNES-FSU, Alice Cardoso, dice haber recibido la reacción de una asociación de antiguos miembros de la resistencia, horrorizada por la forma en que se presentaban la guerra y la Alemania nazi en la obra. Una carta más influenciada por “un problema de competencia memorial que por una preocupación por la objetividad histórica”.

Al otro lado del Rin, el sindicato alemán VBE también defiende el manual. Heinz Wagner, director de la unidad Escuela y Formación, aprecia el poder “contemplar la historia desde perspectivas diferentes”, y añade: “Es difícil, pero hay que hacerlo”. Estima que este libro es importante para la creación de una identidad europea y confía en su éxito y su extensa utilización. Este manual común debería ser utilizado en todas las regiones alemanas. Marianne Demmer, miembro de la Oficina Federal de GEW, estima por su parte que estos manuales permiten entender mejor al “otro”, y que son fundamentales para la paz y el entendimiento internacional.

Basándose en esta experiencia, muy pronto verán la luz otros manuales comunes de historia entre Alemania y su vecino polaco. Thomas Strobel trabaja en la Fundación Friedrich Ebert, un instituto especializado en la comparación internacional de las imágenes societales de sí mismo, del “otro” y del enemigo, transmitidas en los libros escolares y otros medios educativos. Según él, la participación de las regiones alemanas y del gobierno polaco en las comisiones políticas y científicas dejan entrever el éxito de este trabajo. La derrota del gobierno Kaczynski en Polonia en las elecciones del otoño de 2007 ha dado lugar a un nuevo clima político más favorable para este proyecto. Actualmente ya se está debatiendo sobre el primer manual escolar. En tres años debería publicarse el siguiente. Y un tercer tomo debería cubrir la historia de la Revolución Francesa en el período contemporáneo.

“Hay muchas cosas por debatir, como la expulsión de los residentes alemanes en Polonia después de la Segunda Guerra Mundial”, anuncia Thomas Strobel. “Se trata de un tema todavía muy discutido y muy sensible para los dos países. La mayoría de los historiadores está de acuerdo pero la opinión pública puede tener una falsa concepción de la realidad histórica”. Desde un punto de vista científico y práctico, las editoriales en Alemania tienen mucha influencia y libertad a la hora de crear manuales escolares. Sin embargo, en Polonia, las editoriales reciben los textos junto con las imágenes e ilustraciones.

La Internacional de la Educación ha mostrado su apoyo a estas iniciativas mediante varias resoluciones. La resolución sobre la educación para la paz, de 2004, compromete a la IE a “promover la educación para la paz y la educación intercultural como el mejor remedio contra los actos racistas y fundamentalistas a fin de prever los conflictos sociales y todo recurso a la violencia social”. En 2007, en la resolución sobre el papel estratégico de los docentes, la organización afirmó “la importancia de las libertades profesionales y académicas para los docentes a fin de lograr que la enseñanza sea independiente de toda influencia de origen político, económico, ideológico o religioso, y así preservar el derecho y el ejercicio democrático del espíritu crítico y de la creatividad de los jóvenes”.

La constatación de la dificultad de redactar un manual escolar binacional no refleja otra cosa que la gran necesidad de crearlo. Es el caso de Serbia y Montenegro, por ejemplo. Andrea Gregory, periodista americana, hace intervenir a Igor Milosevic en su artículo publicado en el sitio web Transition Online. Para el director ejecutivo de la Asociación por la Prosperidad Democrática, con sede en la capital de Montenegro, “se trata de un juego político. Los vencedores son los que escriben la historia”. Después de la experiencia francoalemana, está convencido de que estos países vecinos pueden aceptar un texto sobre su historia. Y añade: “Probablemente, nosotros deberíamos decidir lo que pasó. Todos los estudiantes de los Balcanes deberían aprender la historia verdadera, por difícil que sea de conseguir”.

Pero Europa no es la única que se preocupa por esta cuestión. En Asia, la historia común también provoca mucho dolor en algunas ocasiones. En 2001, el Congreso Mundial de la IE recordó al gobierno japonés: “La tendencia actual en el mundo es la de reflexionar sobre su propia historia de guerras y violencia y esforzarse por crear una nueva era de paz. Insistimos en que el gobierno japonés rectifique inmediatamente sus manuales escolares de historia que embellecen la guerra y la dominación colonial y deforman la verdad histórica, y que participe de forma positiva en los esfuerzos internacionales para lograr la paz”.

En 2005 y 2006, Japón se ganó con creces la ira tanto de China como de Corea del Sur. Los motivos: la revisión de los manuales escolares japoneses, acusados por el gobierno chino de “disculpar el militarismo japonés, embellecer sus agresiones e incluso predicar abiertamente el éxito de la violencia”. Fueron fundamentalmente criticados por no emplear el término “invasión” para designar la ocupación militar del Japón imperial, por los textos sobre las ex-esclavas sexuales de su ejército y sobre el polémico número de víctimas de la masacre de Nankín en 1937. Desde entonces, los dos grandes vecinos asiáticos se fijaron como objetivo publicar en 2008 los resultados de un estudio conjunto sobre su historia común.

La IE apoya en todos los lugares del mundo la educación para la paz y la voluntad de las naciones de avanzar de común acuerdo mediante relaciones pacíficas, lejos de todo nacionalismo exacerbado.

Por Claude Carroué

Este articulo fue publicado en Mundos de la Educación, No. 27, septiembre 2008.