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Internacional de la educación
Internacional de la educación

Salvando la brecha digital

publicado 19 enero 2009 actualizado 19 enero 2009

En 2005 la iniciativa “Un portátil por niño” (One Laptop Per Child Initiative) anunció el proyecto de entregar millones de computadoras portátiles especialmente diseñados para los niños y niñas de los países en desarrollo. Según la OLPC, una asociación estadounidense sin ánimo de lucro, los laptops o PC portátiles costarían sólo 100 dólares cada uno y permitirían aun a los estudiantes más pobres tener acceso al conocimiento.

No era de extrañar que la mayoría de las reacciones, tanto por parte de los expertos como del público en general, fuera más bien escéptica.

En los países en desarrollo muchas escuelas se contentarían con tener retretes funcionales, no digamos computadoras. En esas condiciones, el acceso a Internet parece bastante utópico. Sin embargo, ello no quiere decir que muchos docentes, directores de escuela y sindicatos de la educación no piensen que la formación informática es una prioridad, muy al contrario; lo que pasa es que las goteras del techo y conseguir libros de texto para sus alumnos pueden parecer problemas mucho más acuciantes que la posibilidad de tener un pequeño portátil para que los niños jueguen.

Pero no debe olvidarse que durante los últimos años se ha experimentado una literal revolución en las esferas de la tecnología de la información y la comunicación. En poco más de dos décadas, la vida en el mundo industrializado se ha vuelto inimaginable sin computadoras, teléfonos móviles y todo tipo de ayudas electrónicas.

Sin embargo, este proceso también ha abierto una enorme brecha entre los países industrializados y los países en desarrollo en lo que se refiere al acceso a este tipo de tecnologías: la denominada “brecha digital”. Esta fractura tiene enormes consecuencias sociales y económicas, tanto para los países más ricos como para los menos desarrollados del mundo.

El acceso a la información es esencial a la educación

De acuerdo con un estudio realizado por el Centro de Investigación sobre Tecnologías de la Información y Organizaciones de la Universidad de California, sólo cuatro de cada 1.000 personas en Asia tienen un PC, en comparación con 585 personas por 1.000 en Estados Unidos. Asimismo, el 88% de los usuarios de Internet procede de los países industrializados.

La imposibilidad de acceder a la riqueza de la información en Internet representa un verdadero obstáculo en el ámbito de la educación. Evidentemente, la tecnología por sí sola no puede resolver los problemas de la pobreza y la exclusión, pero no cabe duda alguna que, como herramienta, puede realmente influir.

Reiteramos que salvar la brecha de la tecnología digital entre los países pobres y ricos puede parecer de importancia secundaria en comparación con la necesidad de proporcionar acceso al agua potable y a la atención sanitaria. No obstante, también los países de bajos ingresos están dispuestos a gastar miles de millones en armamento, cuando esos fondos podrían estar mucho mejor invertidos en proyectos educativos.

El "portátil de 100 dólares", como se conoce coloquialmente, de la Iniciativa OLPC resultó costar finalmente unos 180 dólares. Sin embargo, el XO-1 (su nombre oficial) dio lugar a una nueva tendencia entre los fabricantes de portátiles o notebooks: el surgimiento de los subportátiles (netbooks).

Después que el XO-1 fuera noticia de primera plana, empezaron a aparecer los PC portátiles denominados subportátiles, porque son de bajo coste, pequeños, ligeros y ofrecen sólo las funciones básicas, tales como el tratamiento de textos y navegar por internet. Todo un éxito, el XO-1 se ha distribuido entre más de 700.000 niños y niñas de países como Ruanda, Uruguay, Afganistán y Mongolia.

El gobierno de Venezuela anunció hace un par de semanas que tenía la intención de comprar un millón de portátiles "Magalhães", un PC fabricado en Portugal, basado en la plataforma de bajo coste de la marca de competencia Intel, el "ClassmatePC". Cuando el "Eee PC" de Asus llegó a los puntos de venta a principios de este año, se vendieron tan rápidamente que la empresa tuvo dificultades para satisfacer la demanda.

¿Cómo se trabaja con un subportátil?

Nos preguntamos cómo sería trabajar con un mini o subportátil. El sistema operativo Fedora con la interfaz gráfica de usuario Sugar, que se utiliza en el subportátil de la iniciativa “Un portátil por niño”, está disponible para ser descargado en un CD autónomo, lo que significa que uno puede inicializar su propio portátil en el mismo entorno XO-1 que utilizan los usuarios.

Sin embargo, con el fin de hacernos una idea de cómo se trabaja en un subportátil real, escribimos a varios fabricantes para pedirles probar un modelo de sus productos. Asus, Acer y Dell nunca contestaron, pero Hewlett Packard nos envió el Mini Note PC por un período de prueba de dos semanas.

El Mini Note PC es una de las últimas novedades en el universo del subportátil y, como nos dijo Michael Donck de HP Bélgica, “ha sido específicamente desarrollado para el mercado educativo”. El aspecto y la superficie parecen bastante sorprendentes: la carcasa del Mini Note tiene un acabado de metal pulido que sobrevivió fácilmente a la “prueba de resistencia al rayado” en la mochila de mi hija. El teclado es muy amplio y la pantalla impresionante, sumamente nítida y brillante, hacen que la lectura y el tratamiento de textos sea una experiencia más bien agradable para el poco espacio real disponible. De hecho, las teclas de las letras tienen el mismo tamaño que un teclado estándar. Además de una serie adecuada de puertos de entrada y salida estándar, el Mini Note viene con una cámara web y un micrófono estéreo incorporados. Los altavoces estéreo también vienen incorporados y la calidad de su sonido es bastante buena.

El Mini Note que probamos contaba con Linux como sistema operativo y estaba equipado con un procesador VIA de 1,2 Gigaherzios, más 512 megaoctetos de memoria, lo que se traduce en un rendimiento justo suficiente para las necesidades básicas. Sin embargo, para ser utilizado en clase, necesitaría una adaptación importante al usuario. Innovador, podría describirse como el artilugio perfecto para que un estudiante tome notas en el aula, o para que un alumno de secundaria obtenga los principios básicos de Linux.

Las herramientas tecnológicas pueden responder a las necesidades de los estudiantes Es evidente que los países en desarrollo se enfrentan a acuciantes necesidades de infraestructura en las escuelas, pero este hecho no debe servir de pretexto para que los gobiernos no ofrezcan a sus alumnos la manera de familiarizarse con la tecnología de la información.

Como siempre, la tecnología en sí misma es sólo una herramienta, un medio para llegar a un fin. Puede ayudar a facilitar el acceso a la información a los niños y niñas económicamente desfavorecidos, haciéndolos más activos en su propio aprendizaje a través de actividades de colaboración y creativas, según Nicholas Negroponte, el fundador de la iniciativa OLPC, “Un portátil por niño”.

La educación es un derecho humano fundamental y, en el siglo XXI, gran parte de la educación se basará en la tecnología de la información. La iniciativa “Un portátil por niño” ha sido la precursora del desarrollo de equipo informático asequible y de un programa informático centrado en el aprendizaje específicamente destinado al aula, y otros fabricantes han seguido esta tendencia. Se trata de una nueva evolución que se acoge con satisfacción, pero no solamente porque ha dado a millones de niños y niñas de todos los países en desarrollo la oportunidad de trabajar con computadoras. La disminución general de los precios provocada por la introducción de estos pequeños y menos costosos subportátiles también hace más asequible para los niños de familias de bajos ingresos en el mundo industrializado poseer este tipo de equipo y aprender con su ayuda a fin de integrarse mejor en la sociedad del conocimiento en la que viven.

Por Timo Linsenmaier. Timo es asistente profesional de Comunicaciones Web de la IE.

Este articulo fue publicado en Mundos de la Educación, No. 28, diciembre 2008.