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Internacional de la educación
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Lo que el FMI y los Bancos Centrales sabían pero no nos contaron

publicado 2 septiembre 2009 actualizado 2 septiembre 2009

Uno de los primeros anuncios derivados de la Cumbre del G20 celebrada el pasado mes de abril en Londres fue el lanzamiento del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés), que se encargará de garantizar la estabilidad financiera mundial y sobre todo de establecer las medidas necesarias para evitar otra crisis en el futuro. Este Consejo reunirá a los principales actores internacionales: el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la OCDE, los Ministros de Economía de 25 países y otros.

El Secretario General del Nuevo Consejo de Estabilidad Financiera es Svein Andresen, que anteriormente presidió el Foro de Estabilidad Financiera con base en Basel, Suiza. Tras el G20, este Consejo tendrá ahora más personal y un mandato ampliado con el fin de salvar al mundo de nuevos desastres financieros, ¡nada más y nada menos!

Tras el lanzamiento del FSB, Andresen habló en la Comisión Sindical Consultiva ante la OCDE (CSC). Con máximo detenimiento y de forma pormenorizada, explicó la nueva función del FSB, sus estructuras y cómo se prevé que cumpla el mandato del G20.

Una de las funciones del Consejo será la de establecer un “Sistema de Alerta Inmediata”, nos dijo. Sin embargo, cuando mis compañeros sindicalistas presentes en la mesa le acribillaron a preguntas, Andresen hizo una sorprendente revelación: el FMI ya cuenta con un “Sistema de Alerta Inmediata”, dijo.

Hace un par de años, el FMI había redactado un “informe excelente” en el que se describían de forma precisa los riesgos del sistema financiero global. Habían analizado los desequilibrios masivos en el sistema, desequilibrios que lo hacían insostenible. En otras palabras, no se trataba de si se produciría una crisis importante, sino de cuándo se produciría.

Los economistas sindicales llevaban al menos dos años haciendo sonar la misma alarma. En ese momento, los representantes sindicales fueron tachados de excesivamente pesimistas. ¡Nadie quería estropear la fiesta!

Sin embargo, ¡Andresen revelaba ahora que el FMI había hecho exactamente el mismo análisis! Seguramente una advertencia de este tipo no debería haber pasado por alto. ¿Qué es lo que ocurrió entonces?

“Bueno”, contestó, “el informe circuló internamente hasta los Bancos Centrales y los principales ministerios de economía, pero nadie actuó en consecuencia”.

Posteriormente hizo un comentario elíptico sobre cómo los bancos centrales y los ministerios de economía debían tener cuidado con la información para no perturbar los mercados. “No obstante, probablemente ese informe termine siendo publicado algún día, quizá en breve”, nos aseguró.

Le señalé que el FSB era ahora más visible que su antecesor como consecuencia de la importancia que le ha otorgado el G20. Dijimos también que el movimiento sindical mundial tenía que tener un sitio en la mesa. Si el Plan Marshall, que dio lugar a la OCDE actual, podía establecer mecanismos consultivos con los sindicatos, así como con las empresas y la industria, el FSB también podría hacerlo.

Las reuniones a puerta cerrada ya no son admisibles, señalamos, así como tampoco lo son los informes confidenciales que son pasados por alto y mantenidos en secreto por miedo a “perturbar los mercados”. Las puertas que hasta ahora estaban cerradas actualmente se encuentran entreabiertas. Nos han permitido asomarnos y ver parte del trabajo interno de las instituciones que hasta ahora no sentían la necesidad de hablar con los representantes de los trabajadores. Ahora debemos abrir de par en par esas puertas.

Cuando la historiadora Barbara Tuchman escribió “The March of Folly” hace algunos años, demostró cómo las épocas de mayor agitación en la historia humana habían sido precedidas de alertas que fueron ignoradas. Eso mismo ha ocurrido con la crisis financiera, otro triste ejemplo de locura colectiva y fracaso de las instituciones. Es por esto que las instituciones deben permanecer abiertas y los sindicatos representantes deben tener un sitio en la mesa.

Por Bob Harris.

Este articulo fue publicado en Mundos de la Educación, No. 31, septiembre 2009.