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Internacional de la educación
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Cómo no hay que reformar el currículo

publicado 25 julio 2013 actualizado 5 febrero 2016
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Multi-faceted reforms

Inglaterra se ha embarcado en el que quizá sea el programa de reforma escolar más hiperactivo, y probablemente el más politizado y centralizado, del mundo desarrollado, del que quedan pocos aspectos intactos desde que la coalición liderada por los conservadores llegó al poder en mayo de 2010.

La reforma multidimensional del currículo y las cualificaciones, en la que se centra este artículo, es tan solo un elemento más de un programa de cambios que ya ha introducido: el estatus de escuela concertada en miles de escuelas de primaria y secundaria; cambios en la formación de los docentes para centrarse más en la oferta escolar y no en la que organizan las universidades; y reformas del salario de los docentes con el objetivo de que se les remunere de acuerdo con su desempeño, en lugar de recibir incrementos graduales del salario todos los años.

Pero tanto la reforma del currículo como la de las cualificaciones son enormes de por sí. Van a afectar a todos los grupos escolares del país a partir del año que viene. La pregunta principal es si se lograrán los objetivos fijados por el gobierno de elevar la calidad en las aulas y mejorar el prestigio internacional del sistema educativo inglés.

Desde finales de los ochenta, Inglaterra tiene un currículo nacional para los niños de 5 a 16 años. Desde entonces, se han llevado a cabo sucesivas revisiones del mismo pero, desde comienzos de 2011, la coalición ha acometido el que quizá sea el cambio más radical, haciendo más hincapié todavía —al menos en las asignaturas principales o «troncales» de inglés, matemáticas y ciencias— en determinar los conocimientos objetivos precisos que deben tener los jóvenes.(Véase http://bit.ly/V5XGG1 para consultar las propuestas del Gobierno británico).

El calendario de la reforma era sorprendentemente ajustado. La revisión curricular comenzó en enero de 2011, pero los nuevos currículos de las asignaturas «troncales» debían estar listos en septiembre de este año, seguidos de otras asignaturas en septiembre de 2014.

Pero en diciembre de 2011, se consideró que el calendario era demasiado exigente y el comienzo de las clases de inglés, matemáticas y ciencias se aplazó hasta septiembre de 2014, junto con el resto de asignaturas.

A los lectores no ingleses el método empleado para elaborar el currículo puede parecerles muy centralizado.  Ya no disponemos de un órgano cuasindependiente de desarrollo, ya que en 2010 la coalición acabó con la Qualifications and Curriculum Development Agency (Autoridad de Cualificaciones y Currículo), creada por el anterior gobierno laborista y precedida por otras organizaciones parecidas.

En su lugar, los ministros encomendaron a un grupo de expertos —académicos y docentes— que les asesoraran acerca del contenido de cada asignatura con la ayuda de los funcionarios del Ministerio de Educación. Sin embargo, los borradores de los expertos no se hicieron públicos y, al parecer, algunos de ellos eran rechazados directamente si no se ajustaban a las prioridades del ministerio. Se encargó a otro «grupo experto» de cuatro académicos que dieran su opinión sobre la estructura del currículo en su totalidad, pero tres de ellos hicieron importantes críticas de la revisión. (Véanse http://bit.ly/NHmKAl y http://bit.ly/LQIF7l)

Entre las imposiciones políticas está, en matemáticas, el énfasis en unos métodos de cálculo más formales, como las divisiones largas en la escuela primaria, tema muy discutido por los expertos; la enseñanza del inglés en primaria mediante fonética y listas de vocabulario; y el protagonismo del amplio programa de conocimientos históricos, del cual el ministro de Educación, Michael Gove, destaca continuamente la importancia de que los alumnos aprendan sobre los «héroes nacionales» de Inglaterra.

De hecho, la controversia en torno a la centralización de las decisiones políticas está representada por un rumor muy extendido y de fuentes fidedignas según el cual la última versión del currículo de Historia —o, al menos, una buena parte— lo escribió el propio Sr. Gove. Al parecer la de la mayoría de los profesores de Historia se opone a esa versión. (Véase http://bit.ly/15hmKjj)

Critical response by academics and unions

Tomando como argumento para la reforma el accidentado avance del Reino Unido en las pruebas PISA de la OCDE, los ministros han asegurado que sus propuestas mejorarán las expectativas de todos los alumnos, ya que los temas más «difíciles» se impartirán antes, especialmente en matemáticas.

Pero la controversia no ha acabado. En marzo, un grupo de cien académicos envió una carta a un periódico nacional( http://ind.pn/10elPfG) con una retahíla de críticas, entre ellas, que se estaba exponiendo a los niños al fracaso exigiéndoles demasiado a una edad muy temprana. El Sr. Gove respondió con su propio artículo de periódico, en el que destacaba el pasado de algunos de los escritores y los denunciaba como marxistas.

Sobre todo, la mayoría de las asociaciones de docentes han sido muy críticas.(Véanse el National Union of Teachers http://bit.ly/X6hIRZ , la National Association of Schoolmasters/ Union of Women Teachers http://bit.ly/10Q9jki, y la Association of Teachers and Lecturers http://bit.ly/ZC8eBb). El Council for Subject Associations, que representa a más de treinta asociaciones de todo el currículo, dijo en respuesta ( http://bit.ly/178JliN) a la consulta sobre los planes que les «faltaba coherencia», al dar más importancia a la memorización de conocimientos que a la capacidad de comprensión.

«Las zonas donde los colegios tienen un rendimiento más alto, como Finlandia, hacen hincapié en la comprensión crítica, el razonamiento y la creatividad, no en la mera memorización de datos», añade.

Sin embargo, en estos momentos, con los planes ya entregados para su consulta y a la espera de que se ultimen en septiembre, no parece que el gobierno haya hecho ninguna concesión, aparte del currículo de Diseño y Tecnología, que se está reescribiendo por completo tras las críticas recibidas por parte de los principales empresarios, y el de Historia, donde solo el cuatro por ciento de los docentes que respondieron a la encuesta de la Historical Association respaldaban los planes del Sr. Gove. (http://bit.ly/15hmKjj)

Todavía hay muchas dudas sobre el calendario, cuando queda ya poco tiempo para ultimar los recursos educativos y no parece que los ministros pretendan mejorar los conocimientos de los docentes sobre las asignaturas para respaldar sus propuestas, ya que consideran que las propias escuelas son las más adecuadas para planificar su propia formación. Para la coalición, la rapidez de los cambios es la prioridad, ya que en nuestro sistema nunca ha habido acuerdo en los últimos tiempos entre los partidos acerca del currículo y la legislatura del gobierno finalizará en 2015.

Questions about efficiency remain

Otra gran preocupación es la coherencia de lo que los ministros han intentado hacer. Irónicamente, las academies, una especie de centros concertados que no dependen de las autoridades locales, no tienen que ceñirse a este nuevo «currículo» nacional. Ante el deseo del gobierno de transformar cuantas escuelas sea posible en academies y con cerca de la mitad de las escuelas secundarias ya convertidas, muchos se preguntan cómo encaja esto con la estandarización que supone la reforma curricular. Los ministros aseguran que el «currículo nacional» sigue cumpliendo un objetivo, incluso en las academies, ya que proporciona un punto de referencia para todos los colegios, aunque algunos de ellos ahora sean libres para aceptarlo o rechazarlo.

Pero todavía hay muchas preguntas acerca de si, dados los problemas expuestos, los cambios curriculares harán que se logren los objetivos de los ministros de mejorar la capacidad de comprensión de los alumnos.

Y por si fuera poco, el gobierno ha intentado transformar los dos sistemas de examen de secundaria, que se llevan a cabo en los últimos años de estudio para evaluar a los estudiantes.

El año pasado, el Sr. Gove anunció que en 2014 se suprimiría el examen que realizan los estudiantes de 16 años, el General Certificate of Secondary Education (GCSE), a favor de una evaluación más tradicional basada en O-levels, que se utilizó hasta 1987 y estaba dirigida a alumnos más académicos.

Desechó la idea de seguir adelante con el plan tras la oposición de toda la profesión ( http://bit.ly/UBsCAf), pero aún tiene intención de hacer que los GCSE sean más «difíciles», aunque ha alargado el plazo hasta 2015.

Ese mismo año se realizarán los nuevos y completamente reformados exámenes A-levels(de acceso a la universidad), a los que se someterán los alumnos de 18 años. Sin embargo, una vez más, en estos momentos, se duda si se podrán alcanzar las reformas en muchas asignaturas dado que el plazo finaliza en 2015.

Parece que las reformas de los exámenes ingleses están ejerciendo presión en otras partes del Reino Unido. Escocia tiene un sistema educativo independiente, pero en Gales e Irlanda del Norte, donde sí que utilizan los GSCE y los A-levels, los ministros de Educación no están de acuerdo con el Sr. Gove. (Véanse http://bbc.in/ODGNjI, http://bbc.in/TOm0Nk.)

También hay indicios de que el ministro de Educación se enfrenta a una amplia oposición en Inglaterra, ya que fue abucheado por los miembros de la National Association of Head Teachers en una conferencia celebrada en mayo; algunas personalidades de la escuela privada ( http://bit.ly/16MhTCU, http://bit.ly/1637uIi) se han convertido en sus oponentes y el director de la organización de los principales empresarios ( http://bit.ly/18yuQTF) también ha cuestionado la estrategia general del gobierno.

Quizá sea comprensible, visto lo sucedido, que ahora en Inglaterra el debate tienda a dividir la opinión entre los que consideran que el ministro de Educación será el salvador de nuestro sistema, con su empeño en expectativas más altas y estándares anticuados, y entre aquellos que, pertenezcan o no a la profesión, no están de acuerdo.

Como periodista educativo es una época interesante y, de vez en cuando, surrealista. Cabe plantearse si existen modelos de cambio mejores y más sosegados.