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Internacional de la educación
Internacional de la educación

Dale la vuelta al sistema

publicado 12 diciembre 2014 actualizado 6 enero 2016
Escritos por:

Bibliografía

Ariely, D. (2010). You are what you measure. Harvard Business Review, 88(6), 38.

Biesta, G. J. J. (2010). Good Education in an Age of Measurement: Ethics, Politics, Democracy (Interventions: Education, Philosophy, and Culture)(p. 160). Paradigm.

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Sahlberg, P. (2011). Finnish lessons?: what can the world learn from educational change in Finland? New York: Teachers College Press.

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Visser, A. (2013). Marktfilosofie en onderwijsutopie. In J. Evers & R. Kneyber (Eds.), Het Alternatief: weg met de afrekencultuur in het onderwijs(pp. 19–29). Amsterdam: Boom.

El sistema educativo en los Países Bajos y la actividad docente estaban bajo amenaza. Cada vez eran más los/as docentes que se sentían tratados/as como una pieza del engranaje y la moral estaba en sus horas más bajas. Rene y yo somos ambos docentes, y en un violento contraste con la analogía del mono nos vemos a nosotros mismos como profesionales altamente cualificados actuando con orgullo profesional. Y sin embargo, aquí estamos. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Como no atisbamos ninguna posibilidad de cambio real, se nos ocurrió la idea de explorar una alternativa a las destructivas políticas educativas actuales. El libro se convirtió en un esfuerzo conjunto de docentes holandeses/as e investigadores/as (internacionales) como Andy Hargreaves, Howard Gardner y Gert Biesta, por nombrar algunos. El objetivo era averiguar cómo habíamos llegado a esta situación y cómo podíamos mejorar las cosas.

En los últimos veinte años hemos asistido a un profundo cambio en las políticas educativas. Hace tiempo, la educación se trataba como un bien público en manos de profesionales en los que se depositaba la confianza, pero poco a poco los/as políticos/as han ido elegiendo políticas neoliberales con el fin de reformar la educación. Según esta lógica, las escuelas deben responder a la disciplina del mercado y tanto escuelas como docentes deben rendir cuentas ante unos indicadores clave de rendimiento (Visser, 2013). Introducidas en los años noventa en Reino Unido y en Estados Unidos, estas políticas se han extendido desde entonces por todo el mundo bajo formas diferentes, desde Europa Occidental hasta Chile. Pasi Sahlberg las acuñó en el “Movimiento Global de Reforma Educativa” (GERM) (Sahlberg, 2011). La velocidad con la que han proliferado también se ha debido a la introducción de los informes PISA de la OCDE. A cada momento, Education at a Glance saca a la luz países que se ven sometidos a un bombardeo de gritos apocalípticos de los/as expertos/as, anunciando una catástrofe eminente o “momentos Sputnik”. En un momento son los/as finlandeses/as los que nos superan, y en el siguiente son los/as niños/as silbantes de Shanghai (Dillon, 2010). La clasificación internacional se ha convertido en norma y las políticas educativas se han convertido en una “carrera de codazos” internacional. Resulta revelador que el primer objetivo de la política educativa declarada por el actual gobierno holandés sea estar en un indefinido “Top 5” de los mejores sistemas educativos.

A pesar de unirse tarde a la fiesta, los Países Bajos no han sido inmunes a las políticas neoliberales. Los/as políticos llegaron a considerar ineficiente el sector público, que debía empezar a regirse por las políticas del mercado. Se dio mayor autonomía financiera a las escuelas y al mismo tiempo se introdujo un estricto conjunto de medidas para rendir cuentas, todo ello supervisado por un servicio de inspección encargado del control de calidad. Antes, la inspección era un aliado. Ahora los nuevos protocolos y un conjunto limitado de indicadores infunden al sistema educativo holandés una “cultura de la culpa”. La responsabilidad punitiva se ha convertido en la norma.

Por supuesto la educación no es un mercado y las escuelas no son empresas. En el mejor de los casos, la educación se convierte en un cuasi-mercado. Todo se reduce a una visión muy utilitaria de la educación: ¿Cuál es el valor añadido que se le da a los/as niños/as? “Cualquier cosa que se pueda medir impulsará a una persona a optimizar su puntuación en esa métrica. Lo que mides es lo que obtienes”, señala Daniel Ariely en un artículo sobre el rendimiento en las empresas y el pago a los CEO (Ariely, 2010). En el caso de la educación esto se aplica a los resultados de las pruebas estandarizadas. Las pruebas estandarizadas se convirtieron en norma y como consecuencia los/as docentes y las escuelas empezaron a enseñar para las pruebas. Todo resultó ser nada más que gestión y estadística, un milagro por supuesto, como todo/a docente y director/a podría haber indicado a los/as políticos/as (Van der Wateren, 2013).

¿No dejamos atrás a ningún/a niño/a? Resultó ser exactamente al revés. Los/as niños/as se quedaban atrás. En La Alternativa no solo identificamos al “sistema” como principal culpable. Los/as docentes y los/as directores/as de las escuelas tienen también parte de culpa. La responsabilidad por los/as niños/as se externalizó y subcontrató al sistema, a la métrica. Bajo esta mentalidad, el /la estudiante se convirtió en un riesgo para los resultados de la escuela. (¡Los/as docentes!) empezaron a rechazar a los/as estudiantes o a empujarlos/as hacia un nivel inferior. En vez de fomentar una cultura de crecimiento y cuidado, preferimos evitar riesgos. Y peor aún, a veces las escuelas fueron más allá de lo que las normas pedían. Los/as docentes se convirtieron en esclavos/as voluntarios/as (Jansen, 2013). Una profesión con un propósito moral claro, con una identidad profesional y un orgullo profesional debería haber rechazado seguir este camino y ofrecer una alternativa.

En educación todo gira en torno al riesgo. El aprendizaje de un/a niño/a no es algo que se pueda medir con facilidad. Cada niño/a es único/a y los resultados son impredecibles. Esto invalida hasta cierto punto cualquier comparación e introducción de estándares de normalización. Por otra parte, la educación es más que la adquisición de habilidades y conocimientos. Los/as buenos/as docentes lo saben, y los/as buenos/as docentes saben que la educación es también un esfuerzo normativo y ético. Sin embargo, esta rendición externa de cuentas surgió de la preocupación por la calidad de la educación.

Con el fin de abordar la calidad de la educación necesitamos preguntarnos en primer lugar para qué sirve la educación. La “buena” educación tiene, según el filósofo Gert Biesta, tres funciones, finalidades y ámbitos: calificación, socialización y subjetivación. La calificación es el objetivo de la educación de enseñar a los/as niños/as ciertas habilidades y conocimientos. La socialización es enseñar a los/as niños/as a adaptarse a un orden social existente y la subjetivación es, en muchos aspectos, lo contrario a la socialización: la educación siempre ha tenido un efecto en los subjetivo, en la persona, a través de la subjetivación la educación trata de provocar cambios en la singularidad de cada persona (Biesta, 2010).

El poder de la teoría de Biesta no sólo debilita cualquier intento de privatizar y mercantilizar el sistema educativo; encuentra apoyo en docentes que reconocen este tipo de decisiones y valores en su práctica laboral. Otorga un lenguaje firme a los/as docentes para volver a posicionarse en el centro de la educación. La buena educación es, de hecho, ingobernable. La buena educación siempre es un riesgo, como señaló recientemente Biesta: el hermoso riesgo de la educación.

La cuestión de la calidad de la educación es, por tanto, una cuestión relacionada con el espacio discrecional de los/as docentes. Ya que la línea de acción de los/as docentes no puede prescribirse, los/as docentes tienen que tener un cierto margen de libertad para la toma de decisiones. Un margen que no puede estar limitado. La práctica educativa siempre reside en los límites de la sociedad y, como profesión, los/as docentes deben abordar y asumir la responsabilidad de la preocupación social por la calidad. En vez de asumir una postura pasiva, los/as docentes deben ser proactivos/as, construir el capital profesional y ganar esa confianza (Hargreaves y Fullan, 2012).

Para alcanzar el capital profesional y permitir a los/as docentes articular un lenguaje educativo, el sistema debe integrarse con formas de liderazgo distribuido en todos los niveles. A esto le llamamos Dar la vuelta al sistema. En lugar de rendir cuentas al sistema, el sistema debe rendir cuentas a la interacción entre las aulas y las escuelas. Pero dejar que los/as docentes tengan la última palabra no es suficiente. Un docente trabajando solo/a y de manera aislada no equivale a asumir responsabilidades. Los/as docentes y las escuelas deben rendir cuentas ante sí mismos en asociación con los /as directores/as y las administraciones, en comunidades profesionales de aprendizaje.

La investigación sobre docentes que se encuentran al frente de la dirección de una escuela nos muestra que en estas escuelas se consiguen buenos resultados, hay una rotación de personal baja y una eficacia docente alta. Y todavía más importante, los/as docentes asumen la responsabilidad de cada niño/a en la comunidad escolar porque no hay nadie más a quién trasladar esa responsabilidad (Dirkswager y Farris-Berg, 2012). Como señaló Hargreaves: la responsabilidad es lo que queda cuando se quita la obligación de rendir cuentas.

Dar la vuelta al sistema también se extiende al sistema educativo en su conjunto. La competencia docente debe ser capitalizada para que se haga un buen uso de ella. Parte del éxito de sistemas como el de Singapur reside en el hecho de que los/as docentes operan en todos los niveles, incluido el ministerial. Los/as docentes no deben ser representantes de las ideas de otra persona, sino diseñadores/as y agentes de cambio. Concluimos La Alternativa con una serie de recomendaciones:

1) Autonomía colectiva en las escuelas.

2) Apoyo en lugar de control. Más asistentes, menos directivos.

3) Fondos de innovación para docentes.

4) Autonomía colectiva dentro del sistema.

5) Un consejo de docentes independiente.

6) Diferentes funciones de liderazgo docente.

7) Revisión recíproca como medio para hacerse cargo del control de calidad.

También es una llamada a la acción. Si no me preocupo por mí mismo, ¿quién lo hará? Pero si sólo me preocupo por mí, ¿quién soy? Y si no es ahora, ¿cuándo? Si no actuamos, ¿quién lo hará? Desde el principio, La Alternativa fue objeto de mucha atención. En la presentación del libro, el secretario lo recogió de nuestras manos y en un mes y medio ya estaba siendo discutido en el parlamento. Durante el año pasado, parte de nuestras ideas evolucionaron en una iniciativa de los partidos de coalición en el poder llamada Learning Together con la intención de poner en marcha varias de nuestras recomendaciones. La profesión se está sintiendo cada vez más empoderada, lo que se ilustra por un número creciente de iniciativas de liderazgo docente y de comunidades profesionales de aprendizaje, apoyados por los sindicatos. La Alternativa se está poniendo en práctica. Los/as docentes están aprendiendo a hablar un nuevo lenguaje, se están volviendo cada vez más comprometidos/as y el sistema está evolucionando en consecuencia.

Nuestro pensamiento también ha evolucionado. Hemos llegado a la conclusión de que los/as docentes deben conectarse también de manera global. Docentes de todo el mundo están luchando contra los mismos problemas que hemos identificado. Al mismo tiempo, una vez que se empieza a observar, no es difícil encontrar ejemplos de inspiración y buenas prácticas de docentes que toman las riendas de la situación. La política educativa está cada vez más influenciada por las tendencias y actores globales, incluidas las empresas y las ONG. Al mismo tiempo, están surgiendo por todas partes movimientos populares, acelerados por los medios de comunicación social y apoyados por los sindicatos y las organizaciones docentes.  Todos/as ellos/as forman una red embrionaria a nivel mundial de docentes trabajando para recuperar y dar forma a la educación.

Por esta razón estamos trabajando con la Internacional de la Educación en un sucesor internacional para La Alternativa: Dar la vuelta al sistema. Docentes e investigadores/as de todo el mundo trabajarán de manera conjunta para reflexionar sobre las mejores prácticas y mostrar el camino a seguir. Entre los/as colaboradores/as se encuentran Andy Hargreaves, Ann Lieberman, John Bangs, Pak Tee Ng, Gert Biesta, Tom Bennet o Eva Hartel, por nombrar algunos/as. La intención es publicar el libro en la primavera de 2015, esperamos que en la Cumbre Internacional sobre la Profesión Docente que tendrá lugar en Canadá. Los/as docentes deben ser actores fundamentales en la educación en todo el mundo, y Dar la vuelta al sistema será un pequeño paso para hacerlo realidad.

Para más información, consulte www.flip-the-system.org, www.unite4education.org

o síguenos en Twitter @jelmerevers y @rkneyber.