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Mundos de la Educación

En apoyo al Movimiento del Niño Completo

publicado 30 agosto 2017 actualizado 1 septiembre 2017
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Este verano hará cinco años que un grupo de trece profesionales de la educación escribió un artículo en el Huffington Post en el que reclamaba un enfoque más humanista de la educación. El artículo, titulado En apoyo al niño completo, empezaba diciendo:

En este país nos encontramos en una encrucijada en lo que respecta a la dirección que la educación pública adoptará a lo largo de las próximas décadas. ¿Nos centramos en un currículo que se concentre en varias asignaturas básicas, o aprendemos a valorar que la educación pública puede desarrollar todos los aspectos del niño en beneficio de cada uno de ellos y de la sociedad en general? ¿Situamos la preparación de los exámenes por delante de la educación de nuestros niños, y los resultados de las evaluaciones por delante de unos enfoques más amplios e integrados para evaluar las competencias de los estudiantes? Estas preguntas constituyen el núcleo del debate actual sobre el futuro de la educación pública en América.

A lo largo de los últimos cinco años, el llamamiento a favor de una educación más humanista e integrada ha seguido cobrando fuerza, y actualmente puede definirse como un movimiento. El debate se ha extendido desde Washington, DC, hasta Boston, San Francisco y, más recientemente, hasta París, Bruselas, Sydney y Singapur.

Este movimiento está encabezado en muchas partes del mundo por profesionales de apoyo educativo que a menudo actúan como nexo entre las escuelas y las comunidades, desempeñando roles en el ámbito de la sanidad, la nutrición, la seguridad, el transporte y la paraeducación. Así lo expresó en su discurso de aceptaciónDoreen McGuire-Grigg,Profesional de Apoyo Educativo del Año 2016 de la National Education Association’s(Estados Unidos): “Somos con frecuencia un arma secreta de la comunidad escolar. Percibimos el niño completo, nos damos cuenta de sus victorias y de los retos a los que se enfrenta”.

París:

Competencias para el progreso social: el poder de las competencias sociales y emocionales, OCDE

¿Qué competencias impulsan el bienestar y el progreso social? Los responsables políticos, entre los que se incluyen once ministros y viceministros de Educación, convinieron unánimemente en la necesidad de desarrollar un “niño completo”, dotado de un conjunto equilibrado de competencias cognitivas, sociales y emocionales que le permitan afrontar mejor los retos del siglo XXI. Los padres, los docentes y los empleadores saben que los niños inteligentes, motivados, orientados al logro de objetivos y con espíritu de grupo, tienen más probabilidades de capear las tormentas de la vida, desempeñarse bien en el mercado laboral y, por consiguiente, alcanzar éxitos de por vida.

Bruselas:

Declaración sobre el ODS 4 y la Educación de Calidad para Todos publicada por la Internacional de la Educación y ASCD

Los ODS reflejan un consenso global en este comienzo de siglo en cuanto a que la educación es un derecho humano y un bien público fundamental para la salud y el futuro del planeta. Pero este es un mundo de arduos desafíos, con millones de estudiantes bajo el fuego, en situaciones inestables y sin escolarizar, como consecuencia de conflictos y debido a que los gobiernos a escala global no cumplen sus compromisos en materia de financiación de la educación, sobre todo con respecto a sus ciudadanos más pobres. Los defensores de la educación tienen la responsabilidad de promover unas políticas que integren las escuelas, las comunidades y los países en el marco de un sistema que apoye el desarrollo del niño completo, garantizando que todos y cada uno de los estudiantes estén sanos y salvos, se sientan comprometidos y cuenten con el apoyo y la motivación necesarios.

Nueva Gales del Sur:

Educar al niño completo, Gobierno de NGS, Educación

La educación es un cambio sustancial para todos los alumnos de nuestras escuelas. Es la vía de acceso a éxitos y oportunidades, y es un elemento que contribuye de manera decisiva en los resultados que se logran a lo largo de la vida. Sabemos que la educación en escuelas de calidad –sobre todo una educación que se articule en estudios posteriores – deriva en salarios más altos, una mejor salud, una ciudadanía activa y una satisfacción personal general. En tanto que profesionales de la educación, nosotros hacemos hincapié en la escritura y la aritmética como bases del aprendizaje, pero también sabemos que hay factores intangibles que repercuten en los resultados de los estudiantes. Reconocemos que la experiencia escolar no consiste únicamente en los logros académicos sino que tiene que ver también con el bienestar del niño completo. Sabemos asimismo que la capacidad para desarrollar unas relaciones positivas, buena salud y autoestima, contribuye a que los estudiantes disfruten más de la escuela y saquen mayor partido del tiempo que pasan allí.

Singapur:

Por qué el Singapur de prestigio quiere más que notas, BBC News

Las políticas gubernamentales se están apartando de la obsesión enfermiza de padres y alumnos por las notas y por el acceso a las mejores escuelas, y quieren hacer más hincapié en la importancia de los valores. Se ha alentado a las escuelas, en especial durante los primeros años de enseñanza primaria, a que descarten los exámenes estandarizados y se centren en el desarrollo del niño completo. Las “tarjetas de puntuación del carácter” y los “diarios de reflexión” se han convertido en la esencia de muchas escuelas primarias para que los padres puedan seguir el progreso social y el desarrollo de sus hijos.

Se nos está pidiendo a los educadores que redefinamos las razones por las que tenemos un sistema educativo. Es necesario que nuestro sistema plantee las preguntas que rodean nuestra propia existencia. ¿Por qué tenemos un sistema educativo y qué es lo que queremos conseguir gracias a él?

Quizás, como dijimos en 2012, todo empiece por el planteamiento de la siguiente cuestión.

Así que el verdadero debate debería ser: ¿qué queremos conseguir con nuestro sistema educativo? Irónicamente, el punto de partida para determinar este objetivo –independientemente de la vía que decidamos seguir– debería ser la misma pregunta:

¿Cómo queremos que sean nuestros hijos cuando tengan 25 años?

En el corazón de la pregunta está el interrogante: ¿cómo son? ¿Felices, sanos, comprometidos, entusiastas, apasionados? ¿Ciudadanos activos u observadores? ¿Son adultos preparados para el mundo o adultos despojados de un futuro? Estas palabras deberían ser fuente de inspiración a la hora de esquematizar hacia atrás y crear un diseño para nuestros estudiantes, y es preciso que trabajemos juntos para conseguirlo…

O sea, un enfoque en el niño completo…

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.