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Mundos de la Educación

Photo: Robert Kuszyński
Photo: Robert Kuszyński

“Hoy, la solidaridad con las mujeres es una lucha por la democracia”, por Sławomir Broniarz.

publicado 30 marzo 2021 actualizado 1 julio 2021
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Actualmente, las mujeres y las personas LGBTI de Polonia se enfrentan a una situación muy difícil. Sin embargo, sería erróneo y corto de miras considerar que los ataques a las mujeres o a las personas LGBTI son un problema de un solo país o de un gobierno radicalmente conservador que pretende establecer un régimen autoritario. Polonia no es una excepción, sino que es un ejemplo a partir del cual se puede obtener un análisis y una comprensión profundos para ayudar a detener la marcha de los conocidos y extendidos movimientos antigénero –no solo en mi país, sino también en otras regiones del mundo–.

Ataques a los derechos de las mujeres y del colectivo LGBTI

En noviembre de 2020, el derecho al aborto en Polonia, que ya era uno de los más restringidos de Europa, se endureció aún más. Esto se realizó sin que se realizaran consultas públicas y sin que el Parlamento adoptara medidas legislativas, sino a través de las decisiones de varios jueces del Tribunal Constitucional, cuya independencia de los poderes ejecutivo y legislativo fue socavada por las recientes reformas [1]. En respuesta a una pregunta de un grupo de miembros del Parlamento ultracatólicos, el Tribunal declaró que la legislación antiaborto era contraria a la Constitución, puesto que esta obliga al Estado a proteger la vida.

El cambio normativo se realizó en plena pandemia de Covid-19. El gobierno probablemente esperaba que la pandemia y los confinamientos relacionados con ella frenarían las protestas masivas, pero no fue así. Miles de manifestaciones pacíficas sacudieron Polonia durante varias semanas.

Unos meses antes, se había animado a los gobiernos locales a aprobar resoluciones contra el fomento de la llamada “ideología LGBTI” y a establecer “zonas libres de LGBTI”, como se denominan comúnmente. Durante la campaña electoral nacional de 2020, el presidente polaco declaró que los miembros de la comunidad LGBTI no son personas, sino una ideología. Esta declaración recibió una amplia cobertura en los medios de comunicación de todo el mundo.

La movilización antigénero y la derecha populista

Cabe preguntarse cómo es posible que en un país que concedió el derecho de voto a las mujeres en 1918 y despenalizó la homosexualidad en 1932 –mucho antes que otras democracias más antiguas– se produzcan unos ataques tan violentos contra los derechos de las mujeres y las personas LGBTI.

El creciente movimiento internacional antigénero encuentra un terreno fértil en países como Polonia, gobernado por una derecha nacionalista ultracatólica.

Como escribieron recientemente las investigadoras polacas Agnieszka Graff y Elżbieta Korolczuk en un libro sobre este movimiento [2]: “La movilización de masas contra el género se alimenta de sentimientos religiosos y hace deliberadamente referencia a la moral, pero debería analizarse principalmente en el contexto de las acciones de la derecha populista, que busca una base ideológica y emocional para obtener la hegemonía política. El análisis de las campañas antigénero que surgieron casi simultáneamente en Polonia y en otros países –como Brasil, Alemania, Francia, Italia y Estados Unidos– muestra que las historias sobre los peligros que plantea el género no son una mera distracción de la política real. Las disputas en torno al género y la sexualidad ocupan hoy en día un lugar central en la política, ya que ambas cuestiones son percibidas como un conjunto de problemas específicos que hay que resolver y como un lugar de lucha simbólica, un espacio donde se negocian y se definen las diferencias. La guerra de género no es una controversia ‘cultural’ marginal, sino un espacio de luchas clave y a menudo brutales por el poder. (...) La movilización contra el género es una reacción, y en parte también una forma de oposición, al neoliberalismo, que los conservadores describen en un lenguaje ligeramente diferente: como individualismo extremo, consumismo y un poder ilimitado de la élite financiera mundial”. Es una forma eficaz de “movilizar a las personas que anteriormente no estaban interesadas en la política o estaban excluidas de ella”.

El lenguaje narrativo del movimiento antigénero también se está extendiendo. Este movimiento considera que el género, la orientación sexual y el feminismo son una amenaza para los valores tradicionales y que conducen a la destrucción de la familia. También describe el aborto por motivos médicos como “eutanasia” o “discriminación de los discapacitados”. Por último, califica a los defensores de la democracia y la tolerancia de “neonazis”, “neomarxistas” o “comunistas”, lo cual, en países como Polonia y en Europa en general que experimentaron los efectos de los regímenes bolchevique y nazi, tiene un matiz particular.

La campaña antigénero se infiltra en la educación

Durante varios meses, hemos observado una nueva estrategia de los partidarios del movimiento antigénero, agrupados en diversas organizaciones y asociaciones, que consiste en colocar a sus activistas en importantes puestos del Estado. En octubre de 2020, uno de estos activistas se convirtió en ministro de Educación y Ciencia de Polonia. Al gobierno no le molestaron los discursos públicos que pronunció unos meses antes de su nombramiento [3]:

“Protejamos a las familias de este tipo de degeneración, de corrupción, de conductas absolutamente inmorales; protejámonos de la ideología LGBT y dejemos de escuchar estos disparates acerca de ciertos derechos humanos o de cierta igualdad. Estas personas no son iguales a las personas normales, así que pongamos fin a esta discusión”.

El nuevo ministro acaba de anunciar una revisión de los libros de texto y de los planes de estudio para eliminar los contenidos identificados como referidos a la “ideología de género y LGBTI”. Encargó esta tarea a otro activista asociado a la organización ultracatólica Ordo Iuris [4], que no es un experto en educación sino un teólogo. Anteriormente, la educación sexual contemporánea fue eliminada de las escuelas polacas, privando así a millones de estudiantes polacos de su derecho a una educación sexual integral.

La revisión de los libros de texto es otro intento de limitar la autonomía de los docentes y de limitar el derecho a la educación. Al mismo tiempo, las universidades están obligadas a respetar el derecho a proclamar opiniones que desde hace tiempo se reconocen en el mundo académico como contrarias a la ciencia.

En los últimos años, las escuelas y las instituciones educativas se han enfrentado a constantes críticas por no ser suficientemente patrióticas, inculcar puntos de vista peligrosos a los niños y difundir ideologías destructivas. El cabildeo llevado a cabo por grupos ultracatólicos, como Ordo Iuris, dio lugar a que se prohibiera la entrada de las ONG en las escuelas a menos que se contara con el consentimiento de los padres. En consecuencia, hacen falta pocos padres para impedir un interesante proyecto de igualdad que una escuela haya propuesto llevar a cabo en colaboración con una ONG. Las propias ONG han limitado sus actividades por miedo a las represalias que podrían desembocar en su cierre.

Nuestra respuesta colectiva

En este contexto, los docentes suelen sentirse solos, especialmente en las comunidades pequeñas y rurales. No obstante, participaron masivamente, junto con los estudiantes, en las protestas contra la prohibición del aborto y en defensa de las personas LGBTI.

Las autoridades educativas locales exigieron a los directores de las escuelas que les proporcionaran una lista del personal que había participado en las protestas y aquellas personas que fueron identificadas como participantes de las manifestaciones recibieron amenazas de despido. El Sindicato de Docentes de Polonia (ZNP), que es objeto de constantes ataques por parte de las autoridades, ofrece asistencia jurídica a toda su membresía que se enfrenta al acoso y la discriminación. El ZNP hizo públicas las tentativas de presionar ilegalmente a los directores de las escuelas y publicó críticas relativas a las actividades de las autoridades educativas.

En 2020, el ZNP aportó su contribución a la labor de un grupo de trabajo parlamentario que tiene el objetivo de restablecer la educación sexual contemporánea dentro del plan de estudios. Lamentablemente, la pandemia sigue obstaculizando muchas actividades sindicales.

El ZNP anima a los docentes a defender los valores democráticos y la igualdad. La toma de conciencia y la acción colectivas son las únicas vías para salir de este estancamiento. No se puede esperar que los docentes asuman solos con la responsabilidad de reparar lo que ha sido destruido por los años de neoliberalismo salvaje: la solidaridad, la empatía, el respeto a la dignidad humana y a los demás, la responsabilidad con el medio ambiente, entre otras cosas. Es importante que todos nos demos cuenta de que la educación de calidad es un bien común y también una causa común, en torno a la cual debemos unirnos y movilizarnos.

La base de una educación de alta calidad es la confianza mutua: las familias confían en el profesorado, el alumnado en el profesorado, el profesorado en las familias. También depende de que el alumnado y el profesorado se sientan seguros en sus centros educativos, independientemente de su orientación sexual, religión, origen o identidad de género. Nuestro sistema educativo funciona en un contexto en el que la confianza se ve constantemente socavada y la sensación de seguridad de los defensores de la democracia y los derechos humanos es quebrantada.

La confianza, la seguridad y el sentimiento de propósito colectivo es lo que tenemos que restaurar en nuestras comunidades educativas. Esto es lo que nuestro movimiento sindical se compromete a hacer.

[1] El Tribunal Constitucional fue examinado en dos ocasiones por la Comisión de Venecia. También conocida oficialmente como Comisión Europea para la Democracia por el Derecho, la Comisión de Venecia es un órgano consultivo del Consejo de Europa, formado por expertos independientes en el ámbito del derecho constitucional. En su Informe de 2017 sobre Polonia, la Comisión expresó su profunda preocupación por la reforma iniciada por el gobierno en ese momento. Esta reforma permitía “a los poderes legislativo y ejecutivo interferir de manera grave y extensa en la administración de justicia” y, por ende, suponía “una amenaza grave para la independencia judicial” (§ 129). Los sucesivos cambios introducidos en 2019 hicieron que el Tribunal dependiera más de la supervisión política del partido gobernante.

[2] Graff, A. y Korolczuk, E. (2021). Anti-Gender Politics in the Populist Moment[Políticas antigénero en tiempos de populismo].

[3] https://tvn24.pl/tvn24-news-in-english/nonsense-about-some-human-rights-meet-polands-new-education-minister-4708056

[4] Ordo Iuris, Instituto para la Cultura Legal, se creó en 2013 para “investigar la cultura legal y el patrimonio espiritual en el que está arraigada la cultura polaca, y promoverlos en la vida pública y el sistema jurídico”. Está afiliado a la ONG brasileña Tradición, Familia y Propiedad (TFP) que opera en muchos países del mundo y que ha sido identificada como uno de los movimientos pseudocatólicos más activos por parte de la comisión francesa de investigación sobre las sectas. En 2018, su presupuesto ascendía a más de 1,03 millones de euros, procedentes en su totalidad de donaciones.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.