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Mundos de la Educación

Photo: Sarah Farhat / World Bank
Photo: Sarah Farhat / World Bank

Informe Innocenti de Unicef sobre absentismo del profesorado en África: enfoque erróneo en el peor momento

publicado 29 octubre 2021 actualizado 29 octubre 2021
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Este año, mientras la comunidad educativa en todo el mundo se congregaba para celebrar el Día Mundial del Docente (5 de octubre) y homenajeaba al profesorado por su dedicación al deber y su contribución a una educación de calidad para todos y todas, los usuarios de Twitter recibían un mensaje del Centro de Investigaciones Innocenti de Unicef, compartiendo su reciente informe sobre el absentismo del profesorado, titulado Time to Teach.

El tuit se publicó justamente cuando a nivel global educadores rendían tributo al valor de las mujeres y los hombres presentes en las aulas y que perdieron la vida durante la pandemia de la COVID-19, como parte del evento Siempre presente organizado por la Internacional de la Educación.

"Deberíamos trabajar juntos para reforzar los sistemas y los programas que apoyan al profesorado para que esté donde realmente quiere estar: con sus alumnos en un entorno de aprendizaje de calidad."

Tras haber leído el informe Time to Teach de Unicef, publicado en 2020, sobre sus programas de “asistencia del profesorado y tiempo dedicado a sus tareas” en diversos países africanos, no me quedaba otra opción que señalar los fallos significativos de que adolece el enfoque de dicho proyecto.

Deficiencias de la premisa sobre la pobreza de aprendizaje

El informe empieza lamentando “la crisis de aprendizaje global” y describiendo la situación de los niños y niñas africanas como “pobreza de aprendizaje”, lo que define a estudiantes que no son capaces de leer o entender un texto simple al final de la primaria. Me pregunto cuántos niños o padres estarían satisfechos con esa etiqueta tan negativa; atenta contra la dignidad de los niños y niñas africanos.

El concepto de pobreza de aprendizaje, propuesto inicialmente por el Banco Mundial, reduce la educación al hecho de leer un texto simple, lo que resulta claramente insuficiente como preparación a la juventud para afrontar la vida. La educación es algo mucho más amplio que la estricta medición de la facultad de leer y escribir.

Una educación de calidad, tal como figura en diversos tratados de las Naciones Unidas, compromisos globales y regionales como el ODS 4, prepara a la gente joven para la vida y con vistas a conseguir un trabajo decente. Equipa a la juventud con los conocimientos, habilidades, competencias, capacidades, valores, principios éticos y actitudes necesarios para afrontar los desafíos actuales y futuros. Engloba el desarrollo sostenible y la ciudadanía global, contribuyendo al pleno desarrollo del individuo, de nuestras economías nacionales, a la preservación de la humanidad y de nuestro planeta.

Teniendo en cuenta su limitado enfoque [1], el concepto de pobreza de aprendizaje ignora otras habilidades muy importantes como la resolución de problemas, la creatividad, la innovación, la adaptabilidad, entre otras.

Definición errónea del absentismo del profesorado

El estudio Time to Teach clasifica como ausente al personal docente que está de baja por enfermedad o realizando otras tareas escolares oficiales o administrativas. Va incluso más lejos, al considerar también ausente al personal que está presente en el centro escolar, pero no en las aulas, o bien que está en el aula, pero “no enseñando”. Resulta evidente que, para medir de manera exacta el absentismo del profesorado, no pueden incluirse estas categorías, y es totalmente ilógico que el personal docente presente en el centro escolar y en las aulas pueda considerarse como “ausente”. Así pues, no es de extrañar que el estudio establezca un exagerado absentismo del profesorado, que asciende hasta el 45 % en el África subsahariana.

En la práctica, este tipo de enfoque restrictivo implica que el personal docente que esté realizando exámenes o siguiendo programas de desarrollo profesional, por ejemplo, quedaría clasificado como ausente, “descuidando la formación de los niños y las niñas”.

No resulta por tanto sorprendente que una de las recomendaciones del informe sugiera que los Gobiernos únicamente autoricen que el desarrollo profesional de los docentes tenga lugar durante los fines de semana o las vacaciones escolares. El desarrollo profesional del personal docente es fundamental para una enseñanza y un aprendizaje de calidad y ha de formar parte integral y continua del sistema educativo. Además, algunos de los programas de desarrollo de docentes más eficaces incluyen la enseñanza real en las aulas, observación y comentarios de colegas, algo que no sería posible si se limita a los fines de semana o las vacaciones escolares. Además, muchos Gobiernos no pagarían a los docentes por seguir programas de desarrollo profesional durante las vacaciones escolares o los fines de semana.

El estudio Time to Teach admite que los problemas de salud constituyen la principal causa de “absentismo del profesorado”. En conciencia, no puede describirse la ausencia de un docente enfermo, en medio de una pandemia mundial y en una región donde el acceso a las vacunas está fuertemente restringido, como absentismo.

Juzgar la enseñanza o su ausencia en las aulas

La docencia es una profesión especializada que requiere una rigurosa formación a nivel universitario o en instituciones equivalentes. Únicamente docentes o directores de escuela altamente experimentados pueden juzgar la ausencia o la calidad de la enseñanza. Como bien sabe cualquier docente, la enseñanza no equivale necesariamente a la exposición de lecciones ante los alumnos, sino que incluye también facilitar el aprendizaje individualizado o en grupos. Cualquier observación que pretenda determinar la calidad, presencia o ausencia de la enseñanza en las aulas debería ser realizada por profesionales de la educación altamente cualificados y experimentados, o bien por la dirección escolar.

Desgraciadamente, muchos estudios sobre absentismo del profesorado suelen basarse en el juicio de personas indebidamente formadas, muchas veces voluntarios de la comunidad o asistentes de investigación sin experiencia. Este tipo de metodología a menudo se basa en visitas no anunciadas a las aulas y observaciones que prácticamente excluyen a los docentes que pudieran no estar presentes cuando tiene lugar la visita sorpresa.

La autonomía profesional es primordial

El profesorado, como colectivo de profesionales especializados, debería disponer de la autonomía necesaria para llevar a cabo su misión de manera eficaz. Concebir la profesión docente como una línea de producción —y tratar al profesorado como meros trabajadores de esta— desvirtúa su autonomía profesional, la institución docente y su profesionalismo. Centrándose principalmente en el tiempo dedicado a determinadas tareas, se sitúa al profesorado no como un profesional capaz de tomar decisiones e iniciativas, sino como un productor de comportamientos limitados cuantificables. Tratar al personal docente como receptor y ejecutor de instrucciones detalladas no mejoraría, sino que empeoraría, la calidad de la enseñanza y el aprendizaje en África.

Abordar las causas que originan las ausencias

En lugar de culpar al profesorado, resulta de vital importancia que los Gobiernos y los interlocutores sociales trabajen juntos, a través de sus sindicatos, para abordar las causas de los desafíos que afectan a los sistemas educativos en África y a escala mundial. La denominada crisis del aprendizaje es en realidad una crisis de financiación de la educación. A menos que los Gobiernos africanos adopten medidas concretas y visibles para invertir en la educación y en el personal docente, nuestros niños y niñas no podrán desarrollar todo su potencial.

En lugar de clasificar la ausencia de docentes enfermos como “absentismo”, deberíamos apoyarlos con un entorno laboral sano y seguro. Esto implica invertir en infraestructuras escolares e instalaciones higiénicas, así como proporcionar los servicios de salud necesarios, incluyendo apoyo psicológico. Es algo que resulta incluso más importante en el contexto de la actual pandemia. Docentes y personal de apoyo educativo son trabajadores y trabajadoras en primera línea, deberían disponer de equipos de protección individual (EPI) y ser prioritarios en los programas gubernamentales de vacunación.

Mejorar los salarios y las condiciones de trabajo puede contribuir considerablemente a garantizar que el profesorado pueda centrarse en lo que sabe hacer mejor: enseñar. Bajas remuneraciones, el impago o el pago atrasado de salarios constituyen enormes desafíos en algunos de los países cubiertos por el estudio Time to Teach. El hecho de que los Gobiernos no sean capaces de cubrir las necesidades básicas del profesorado, como transporte y alojamiento decente, incluyendo el acceso a viviendas oficiales para docentes rurales, limita sus posibilidades de llevar a cabo su misión primaria.

El personal docente escoge su profesión porque quiere enseñar, inspirar y motivar a las nuevas generaciones. En lugar de concentrarse en una estricta definición de “absentismo” del profesorado, que en ningún caso ayuda a que los niños africanos aprendan, se desarrollen y prosperen, deberíamos trabajar juntos para reforzar los sistemas y los programas que apoyan al profesorado para que esté donde realmente quiere estar: con sus alumnos en un entorno de aprendizaje de calidad.

Nota del editor: Este artículo se publicó por primera vez en el blog de NORRAG el 27 de octubre de 2021.

1. ^

Para más información sobre por qué la premisa de la pobreza de aprendizaje resulta inadecuada, consultar Impoverishing the poor: the deficiencies of the World Bank’s learning poverty goal (Sinyolo, 2019; disponible únicamente en inglés).

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.