Ei-iE

Internacional de la educación
Internacional de la educación

Georgia: Los derechos de los trabajadores se deterioran a medida que el gobierno incumple los convenios

publicado 16 junio 2011 actualizado 17 junio 2011

Los sindicatos se han reunido para debatir la precaria situación de los derechos de los trabajadores en Georgia. Los trabajadores se ven obligados a trabajar en entornos insalubres y peligrosos; los sindicalistas son despedidos, y los líderes sindicales acosados y amenazados. La existencia de todas las organizaciones sindicales independientes corre grave peligro.

El 6 de junio IE se unió a la CSI y representantes de ONGs, en la celebración en Bruselas de una asamblea sobre Georgia. Cincuenta representantes de organizaciones sindicales y ONGs de toda Europa se reunieron para tratar los graves problemas relativos a los derechos humanos y sindicales en Georgia.

La Secretaria General de la CSI, Sharan Burrow, dijo: «Hace diez años en el espacio postsoviético ya presenciamos la misma persecución contra los sindicatos que ahora vemos en Georgia. Debemos seguir apoyando a la Confederación de Sindicatos de Georgia y no dudar en emplear todos los instrumentos internacionales y europeos a nuestro alcance para hacer frente a la política antisindicalista del gobierno de Georgia».

Maia Kobakhidze, presidenta del Sindicato Nacional de Docentes y Científicos, afiliado a la IE, ha hecho hincapié en la importancia del apoyo internacional: «Teníamos un convenio colectivo entre el sindicato de docentes y el Ministerio de Educación y Ciencia, pero cuando intentamos modificarlo, el ministerio se negó. Llevamos el caso a los tribunales que dictaminaron que el ministerio debía negociar con nosotros. También se determinó que el ministerio no debía interferir en la transferencia de las cuotas de los miembros sindicales».  «Desde entonces, el ministerio ha dado órdenes de no negociar con los sindicatos así como de romper cualquier vínculo oficial con nosotros. También ha dado instrucciones a los colegios de detener las transferencias de las cuotas de los miembros. Contamos con 103.000 miembros, pero el sindicato no recibe ningún pago. Dependemos totalmente de las aportaciones de los miembros para sobrevivir». «En noviembre de 2010 el ministerio ordenó a los directores de los colegios normalizar las relaciones con los sindicatos. Como consecuencia, se firmaron unos 400 convenios colectivos. Esto ocurrió gracias a la presión ejercida por la comunidad internacional. Y también probablemente porque el embajador de EE.UU. se reunió con el presidente de Georgia que quiso demostrar al mundo que era sensato. A pesar de esos 400 convenios colectivos, el sindicato no ha recibido ni un solo céntimo».

A pesar de las múltiples promesas de la Organización Internacional del Trabajo y en contra de los compromisos internacionales adquiridos por el país, el gobierno de Georgia no ha hecho ningún avance ni ha tomado medidas para hacer respetar los derechos sindicales y humanos en el país.

Mientras que por un lado Georgia anuncia sus progresos en lo que a crecimiento económico se refiere, por otro lado, guarda silencio acerca del creciente número de violaciones de los derechos humanos y la total indiferencia y desconocimiento de los asuntos de seguridad y salud, que ha costado la vida a un número cada vez mayor de trabajadores.

Los empresarios tampoco han dudado en perseguir a los trabajadores que pretendían crear un sindicato, amparándose en la leyes de un código laboral medieval del que el gobierno de Georgia se siente orgulloso. Georgia es uno de los pocos países donde no existe la inspección de trabajo.

«¿Cómo puede un gobierno ignorar los derechos laborales fundamentales -sobre la libertad de asociación y negociación colectiva, y la seguridad y salud laboral- y tener éxito en los procesos de asociación de la Unión Europea? », preguntó Irakli Petriashvili, Presidente de la Confederación de Sindicatos de Georgia.

«Las autoridades europeas deben darse cuenta de que tras esa fachada democrática se esconde un gobierno dedicado a destruir los valores democráticos y los intereses de los trabajadores. No podemos aceptar la creciente inseguridad y la falta de derechos humanos así como el hecho de que los trabajadores estén arriesgando y perdiendo sus vidas y que sus organizaciones sean atacadas por las autoridades», añadió Petriashvili.