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Mundos de la Educación

Flickr - World Bank Photo Collection. School students benefited by PROMER, a program for the improvement of education in rural areas of Argentina. Nahuel Berger/World Bank. Available under CC BY-NCND 2.0
Flickr - World Bank Photo Collection. School students benefited by PROMER, a program for the improvement of education in rural areas of Argentina. Nahuel Berger/World Bank. Available under CC BY-NCND 2.0

El profesorado: Actor clave en mantener a los niños motivados en la escuela y el aprendizaje

publicado 15 marzo 2024 actualizado 18 marzo 2024
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Aunque en los últimos 20 años se han logrado enormes progresos en materia de escolarización, las cifras actuales indican que 250 millones de niños, niñas y jóvenes siguen sin ir a la escuela; y más de la mitad –aproximadamente 128 millones– son varones.

La desvinculación escolar de los niños: datos y cifras clave

A escala global, las niñas siguen teniendo menos probabilidades que los niños de empezar a ir a la escuela, y siguen sufriendo las peores formas de exclusión. Pero, en muchos países, los niños corren un mayor riesgo que las niñas de desvincularse de la escuela y los estudios.

Tal como muestra el informe mundial de la UNESCO sobre la desvinculación de la educación de los niños, en 130 de los 142 países que disponen de datos al respecto, los niños son más propensos que las niñas a repetir cursos de primaria, lo que deja patente una peor progresión escolar. En 73 países, los niños son también menos propensos a pasar al segundo ciclo de secundaria, mientras que lo mismo sucede con las niñas en 48 países.

Si bien anteriormente la desvinculación de los niños era un problema en países de renta alta o media-alta, los resultados del informe señalan nuevas tendencias: en varios países de renta baja y media-baja, los niños se están quedando atrás en los niveles de primaria y secundaria inferior. Algunos de estos países han experimentado un retroceso en la brecha de género. Tomemos el ejemplo de Gambia, que en el año 2000 contaba con 88 niñas matriculadas en la educación primaria por cada 100 niños, mientras que en 2019 había 90 niños matriculados por cada 100 niñas. O el caso de Nepal, donde la brecha de género en el segundo ciclo de secundaria se ha invertido drásticamente: en el año 2000 solo había 62 niñas matriculadas por cada 100 niños, mientras que en 2019, la cifra cambió a 89 niños matriculados por cada 100 niñas.

En todas las regiones, salvo en el África subsahariana, los varones jóvenes son también menos propensos a obtener una educación universitaria. En América del Norte y en las regiones de Europa Occidental y América Latina y el Caribe, solo 81 varones jóvenes por cada 100 mujeres jóvenes están matriculados en la enseñanza superior.

Los niños también se están quedando atrás en lo que respecta a los resultados de aprendizaje, sobre todo en habilidades de lectura. En 57 países para los que se tienen datos, los niños en edad de primaria están por detrás de las niñas en lo que a habilidades de lectura se refiere, y los y las adolescentes siguen quedándose atrás a nivel de secundaria. Las brechas empiezan a desarrollarse ya en los cursos 2/3 (niños y niñas de 10 años). Las mayores brechas se observan en Jamaica, Kenia, Kiribati y Lesoto. En cuanto a las matemáticas, las niñas han alcanzado a los niños en la mitad de los países que disponen de datos.

Por qué y cómo el profesorado puede mejorar la situación

Tal como muestra el informe, varios factores influyen en la desvinculación de los niños de la educación, en particular la pobreza, la necesidad de trabajar, la severa disciplina en la escuela, el acoso, las prácticas de separación de clases y las normas sexistas.

Por ejemplo, en muchos contextos, las actividades escolares y ciertas asignaturas se consideran contrarias a las expresiones de masculinidad, lo que resta popularidad a la educación entre los chicos. La actividad académica puede considerarse “femenina” en algunos contextos. La lectura, por ejemplo, puede ser considerada por la juventud como una actividad femenina e inadecuada para los varones, y los chicos que muestran interés por la lectura suelen ser objeto de burlas, lo que les disuade de hacerlo. Las normas sociales y los estereotipos de género también pueden presionar a los niños para que elijan determinadas ocupaciones, lo que puede provocar que abandonen los estudios antes de tiempo.

Para que el profesorado pueda atender las necesidades de todo el alumnado, aquel debe recibir formación en pedagogía transformadora desde el punto de vista de género y una educación sexual integral que le permita cuestionar los rígidos roles, normas y dinámicas de género.

Las normas percibidas de masculinidad entre los chicos, el personal docente y los padres de familia pueden resultar en bajas expectativas respecto a la capacidad académica y el comportamiento de los niños, lo que se traduce en una falta de motivación, desinterés por la escolarización y, en última instancia, el abandono escolar. Las expectativas del profesorado se basan en sus creencias respecto al rendimiento del alumnado, y en lo que los y las estudiantes pueden lograr. El profesorado puede subestimar las capacidades del alumnado debido a normas y estereotipos sociales imperantes. A los niños se les suele considerar más revoltosos y problemáticos en clase que a las niñas, y las expectativas académicas que tiene el profesorado respecto a ellos son menores. Los estudios también apuntan a que algunos/algunas docentes son menos tolerantes con los niños que con las niñas que muestran síntomas de trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y más propensos/as a derivar a los niños para que reciban medicación clínica. Aunque en gran parte de la investigación sobre las expectativas de los y las docentes no se hacen distinciones en cuanto al género del alumnado, existen pruebas de que las bajas expectativas del profesorado repercuten negativamente en la participación y el compromiso de los niños. Los y las docentes tienen un papel clave a la hora de mantener a los niños comprometidos y aprendiendo. Una advertencia importante es que, si bien las expectativas del profesorado influyen en el bajo rendimiento de los niños, el comportamiento dominante de estos últimos en clase hace que a menudo reciban más atención, aunque esta sea negativa. Los problemas de la baja autoeficacia y visibilidad de las niñas en los espacios de aprendizaje no deben pasarse por alto.

El profesorado puede promover una actitud de aprendizaje positiva que estimule los intereses de todo el alumnado. Cuando el profesorado es justo, tiene altas expectativas de alumnos y alumnas, y les transmite comentarios constructivos, puede desarrollar relaciones docente-estudiante de calidad.

Para evitar que los niños se desvinculen de la educación y abandonen los estudios, el aprendizaje debe ser transformador desde el punto de vista de género, así como seguro e integrador para todos y todas. Para ello, se requiere un análisis crítico de las normas sociales perjudiciales, las desigualdades de género y los estereotipos masculinos, así como el fortalecimiento de las habilidades socioemocionales de los niños. Para que el profesorado pueda atender las necesidades de todo el alumnado, aquel debe recibir formación en pedagogía transformadora desde el punto de vista de género y una educación sexual integral que le permita cuestionar los rígidos roles, normas y dinámicas de género.

Para ayudar al profesorado a crear un entorno de aprendizaje seguro, las autoridades educativas deben difundir y velar por el cumplimiento de códigos de conducta adecuados para docentes y estudiantes, brindar al profesorado formación sobre disciplina positiva y no violenta, y garantizar la existencia de mecanismos eficaces de supervisión y respuesta.

Garantizar el acceso a una educación de calidad para todos y todas no es un juego de suma cero. Es importante velar por que el objetivo de la igualdad de género no deje de lado a los niños. Que el profesorado apoye a los niños no significa que las niñas salgan perdiendo, y viceversa. Al contrario: la igualdad de oportunidades educativas beneficia tanto a las niñas como a los niños y a la sociedad en su conjunto.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.