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Mundos de la Educación

"El shock de la pandemia de las tecnologías de la educación", por Ben Williamson & Anna Hogan

publicado 10 julio 2020 actualizado 13 julio 2020
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En el contexto de la pandemia de COVID-19, se han producido dos importantes alteraciones en el sector de la educación. La primera fue el cierre de los centros educativos para millones de estudiantes de todo el mundo, seguido de una rápida adopción de la formación en línea. La segunda, estrechamente relacionada, ha sido la entrada del sector comercial de las tecnologías educativas en la educación pública a escala mundial y sus intentos de rentabilizar el shock de la pandemia.

En nuestro reciente proyecto para la Internacional de la Educación sobre la comercialización y la privatización de la educación en el marco de la COVID-19, catalogamos diversas estrategias que han usado el sector privado y las empresas comerciales para capitalizar la crisis del cierre de las escuelas. Nuestros resultados sugieren que las empresas privadas no se han centrado solo en el beneficio a corto plazo durante la pandemia. Han participado activamente en redes multisectoriales dirigidas fundamentalmente a «reinventar» y transformar la organización del sector de la educación pública para el futuro.

Reinventado la educación

Algunas voces han descrito la experiencia de la pandemia en la educación como una oportunidad histórica para reformarla. Para ciertos medios, el paso a la enseñanza a distancia ha sido «el mayor experimento de las tecnologías de la educación» de la historia. El aprendizaje digital se ha presentado como un «pequeño modelo a escala» del futuro que se está gestando. El director de educación de la OCDE, Andreas Schleicher, llegó a afirmar que se trataba de «un momento magnífico» en el que había desaparecido «toda la burocracia» que ahoga la innovación en la educación pública.

Estos imaginarios de oportunidades históricas se materializaron rápidamente en acciones concretas. En el estado de Nueva York, el gobernador Andrew Cuomo recurrió a la ayuda de la Fundación Bill y Melinda Gates para «reinventar la educación» del estado y poner en práctica las ideas reformadoras que Gates defiende desde hace tiempo.

«El modelo antiguo consiste en que todo el mundo va a un aula y se sienta, el docente se pone delante de la clase y enseña, y eso es lo que hacemos en toda la ciudad, en todo el estado, en todos esos edificios, con todas esas clases físicas… ¿por qué seguir así con toda la tecnología que tenemos?» —se preguntaba Cuomo. La alternativa parecía obvia: echar abajo el sistema escolar clásico y sustituirlo por un «sistema de educación más inteligente».

Naomi Klein ha calificado la colaboración de Gates con el estado de Nueva York como un rasgo característico de una nueva « doctrina del shock de la pandemia». Argumenta que este experimento de reinvención de la educación convertirá Nueva York en «un laboratorio viviente para un futuro permanente —y muy rentable— sin contacto» caracterizado por unas «tecnologías a distancia y menos humanas», la inteligencia artificial, las colaboraciones público-privadas y la subcontratación masiva de las funciones gubernamentales, como la educación pública, a las empresas de Silicon Valley.

El ensayo general de la transformación educativa a gran escala que se ha realizado en Nueva York es una manifestación particularmente extrema del «shock» tecnológico vivido en los sistemas educativos durante la pandemia. Pero este mismo imaginario transformador también está adoptando formas más sutiles.

Las nuevas infraestructuras privadas de la educación pública

Cuando la ola de cierres escolares se extendió por todo el mundo, los centros escolares se enfrentaron al reto de cómo enseñar y aprender a distancia. Para conseguirlo, necesitaban la infraestructura técnica adecuada. En el Reino Unido, cuando se hizo evidente que muchas escuelas lo estaban pasando mal y buena parte de sus estudiantes no tenía acceso a un ordenador, el Departamento de Educación dedicó 100 millones de libras a la compra de portátiles para el alumnado e inició una colaboración con Google y Microsoft con el fin de dotar de infraestructura digital para la enseñanza a distancia a las escuelas que lo necesitaran.

Google y Microsoft también se asociaron a la Coalición Mundial para la Educación, una alianza internacional creada por la UNESCO para proporcionar hardware, software e infraestructura digital al alumnado sin los recursos necesarios. Google vio como se disparaba en todo el mundo la demanda de su paquete de aplicaciones G Suite, sobre todo en el caso de su herramienta de gestión de clases Google Classroom, y lo convirtió en el centro de recursos Teach from Home. Microsoft ofreció a las escuelas asistencia «rápida» para actualizar a Office365.

Los acuerdos que los centros escolares cerraron apresuradamente con Google y Microsoft, de forma gratuita o con importantes subvenciones, serán muy difíciles de revertir. Estas empresas están compitiendo por lograr un dominio estructural de la infraestructura digital para la enseñanza a muy largo plazo. Serán una parte fundamental de los nuevos modelos de educación «híbrida» que se están promocionando desde el sector tecnológico y diversas organizaciones influyentes como la OCDE, la UNESCO o el Banco Mundial. Sus sistemas son representaciones prácticas un futuro reinventado de la educación en el que las colaboraciones público-privadas desempeñarán un papel esencial y las infraestructuras privadas serán la base de cada vez más aspectos de la enseñanza, el aprendizaje y la gestión escolar.

Las tecnologías educativas de consumo

A pesar de las grandes inversiones financieras destinadas a las tecnologías de la educación durante la pandemia, es poco probable que la venta de tecnologías a las escuelas sea una estrategia rentable a largo plazo, ya que las instituciones tienen por delante años de recortes presupuestarios. De esta crisis ha surgido también un modelo de negocio alternativo: vender tecnologías de la educación al alumnado y a las familias, materializando un nuevo modelo de educación directo al consumidor. Los proveedores de plataformas de aprendizaje en línea, como la Academia Khan, la Connections Academy de Pearson o Coursera, han registrado un espectacular aumento de la demanda durante la crisis.

El paso a las « tecnologías educativas de consumo» supone un enorme crecimiento para las empresas que puedan ofrecer acceso de pago a herramientas y servicios directamente a estudiantes y familias. En China, la plataforma de tutorías en línea Yuanfudao se benefició de una inversión de 1000 millones de dólares durante la pandemia, lo que la convirtió en destinataria de la mayor transacción relacionada con las tecnologías de la educación en un trimestre fiscal en el que el capital riesgo invirtió más de 3000 millones de dólares en este sector.

El modelo directo al consumidor también abre las puertas del mercado de la educación a nuevos actores. La red social TikTok experimentó un rápido crecimiento durante la pandemia, en especial por la llegada de estudiantes en busca de recursos de apoyo para el aprendizaje. En este contexto, TikTok aceleró sus planes para poner en marcha LearnOnTikTok y gastó millones en acuerdos estratégicos en Europa y los Estados Unidos para generar contenido educativo en vídeo «en pequeñas dosis» al que el alumnado puede acceder «a demanda».

Lo que ha impulsado a TikTok a adentrarse en el mercado de la educación es la publicidad. «Sin duda, tenemos la esperanza de que el contenido educativo nos haga más atractivos para los anunciantes —explicó su director general en Europa—. Están estudiando cómo conseguir un alto nivel de compromiso de la plataforma y el contenido educativo puede ser una extensión de su estrategia».

El futuro de las tecnologías educativas de consumo puede avanzar por dos vías: hacia un sistema más lucrativo de suscripción a plataformas de aprendizaje en línea gestionadas por la industria o hacia el contenido de «micro-aprendizaje» publicado en las redes sociales, que pretende obtener ingresos exponiendo a sus jóvenes clientes a la industria de la publicidad.

Los futuros de la educación público-privada

Los aspectos que hemos identificado destacan solo algunas de las actividades y las organizaciones comerciales que se han vinculado a la educación pública durante la pandemia. El apoyo multisectorial de Gobiernos, organizaciones internacionales, inversores y entidades filantrópicas ha contribuido a crear las condiciones necesarias para una mayor comercialización de la educación cuando las escuelas vuelvan a abrir. Los centros educativos dependerán cada vez más de la infraestructura digital proporcionada por gigantescas corporaciones tecnológicas y de los recursos, las herramientas y las plataformas que facilita la industria de las tecnologías de la educación. También es probable que familias y alumnado participen en nuevas formas de «educación en la sombra» a través de cursos en línea, tutorías privadas con mejoras digitales o incluso redes sociales.

Entre las preguntas que nos hemos formulado mientras investigábamos estos avances están estas dos: ¿dónde queda la voz del alumnado? y ¿qué sabemos sobre las repercusiones en la profesionalidad docente en un futuro de la educación pública basado en tecnologías de la educación privadas? Esperamos que el informe contribuya a plantear el debate urgente que debemos encarar sobre las necesidades del alumnado, el trabajo del profesorado y las posibilidades de control democrático de la educación pública cuando empecemos la larga recuperación de la pandemia de COVID-19.

La investigación: La comercialización y la privatización en y de la educación en el contexto de la COVID-19, de Williamson, B. & Hogan, A. (2020) puede encontrarse aquí: https://eiie.io/3gBI9el

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.