Ei-iE

Mundos de la Educación

Foto: Alberto César Araújo/Amazônia Real | Marcha de poblaciones indígenas del Amazonas en Manaos, Brasil.
Foto: Alberto César Araújo/Amazônia Real | Marcha de poblaciones indígenas del Amazonas en Manaos, Brasil.

Hacia una pedagogía decolonial: presupuestos soberanos y con justicia fiscal para la educación pública

publicado 26 junio 2023 actualizado 29 junio 2023
Escritos por:

Descolonizar el financiamiento educativo— tema de la Semana de Acción Mundial por la Educación este año—, pasa por descolonizar el concepto mismo de desarrollo, la gestión del estado, la política pública, las relaciones de trabajo, la propuesta pedagógica y las formas de colaboración entre los pueblos y sus gobiernos.

Para los sindicatos de la educación en América Latina, el financiamiento educativo debe provenir de las arcas públicas, con recursos libres de condicionamientos y de presiones de actores ajenos a la educación, como son los grupos que comercian con la educación, los especuladores financieros y los organismos no estatales o con agendas de lucro.

¿Por qué el movimiento sindical de la educación es un movimiento decolonial?

El colonialismo es parte constitutiva del sistema capitalista, patriarcal y desigual contra el que luchamos. Es una política de poder basada en la extracción, la explotación y el racismo. El colonialismo no se limita a la imposición del control político, económico y militar de una nación o país, sino que instaura una ‘jerarquía’ de saberes y creencias, desconociendo los saberes y las prácticas productivas, socioeconómicas, culturales, religiosas, espirituales, sexuales, etc. de los países y pueblos a los que oprime.

La jerarquía epistémica o colonialismo de saberes, es la creencia de que una nación o sociedad tiene más conocimiento y por ello, puede explotar y arrasar a otros pueblos y sus territorios, aplastar sus prácticas sociales y definir sus destinos. Esta supremacía de saberes es un dispositivo para justificar los horrores cometidos, permea todas las esferas de la vida— desde la gestión pública hasta la identidad individual, y puede instalarse como una verdad aceptada entre las personas oprimidas, generando enajenación y obstáculos para reconocerse como sujetos de derechos.

"El Movimiento Pedagógico Latinoamericano impulsado por la Internacional de la educación de América Latina ha sido claro en denunciar que cuando la política educativa tiene corte asistencialista, expresa una mirada colonial, pues no está pensando en las y los estudiantes como sujetos del derecho a la educación, sino como receptáculos de servicios asistenciales o de caridad."

El colonialismo y el neocolonialismo no son solo una práctica del Norte global, sino que son reproducidos por las élites políticas y económicas del Sur global que, repetidamente, aceptan e invitan a actores del norte global a definir y diseñar el tipo de política para el Sur, gobernando con lo que Cristina Fernández de Kirchner denomina “vocación de colonia” (CFK, 2023).

Por esto, una tarea sindical permanente es la deconstrucción de los prejuicios y desigualdades basadas en el origen étnico, de clase, de género, así como la construcción permanente de propuestas de desarrollo relevantes para nuestros contextos.

¿Neocolonialismo en educación?

La jerarquía epistémica que privilegia unos saberes y unas nociones de desarrollo sobre otras es una de las principales amenazas al fortalecimiento de la educación pública. Basta observar el maremágnum de préstamos para reformas educativas impulsadas por el Banco Mundial, con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), las recomendaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), invasiones de think tanks y de grupos consultores de países europeos que ‘asesoran’ a los gobiernos del Sur global sobre cuáles prácticas pedagógicas o contenidos curriculares privilegiar e, incluso, cómo financiar los sistemas educativos. Al igual que en el colonialismo extractivista, en las políticas educativas se repite la imposición - y la aceptación de algunos sectores- de formatos únicos y discursos desarrollistas que lanzan ‘recetas’ educativas y pedagógicas para todo el Sur Global.

Estos formatos únicos han venido acompañados de un alto nivel de endeudamiento de los países de América Latina con el Banco Mundial y el BID para financiar un mismo tipo de reformas educativas. Desde currículos minimizados a lengua y matemática, evaluaciones estandarizadas a docentes y a estudiantes, transferencia de competencias ministeriales a grupos privados y ‘sociedad civil’, diseño de presupuestos según los resultados y, más recientemente, la instalación de sistemas híbridos o semi-presenciales para la educación, incluida la primera infancia. Todas son reformas que se repiten desde México hasta la Tierra del Fuego.

El Banco Mundial es el principal prestamista para la educación en el mundo. En el año 2018, América Latina era la región más endeudada en materia de educación, recibiendo el 43% de todos los fondos acreditados para educación (OLPE, 2018, P.41). Algunas de las principales preguntas ante este nivel de endeudamiento y estas reformas son: -¿quiénes han diseñado, y cómo, estas reformas? -¿A partir de cuáles saberes y de cuáles nociones de desarrollos? -¿Por qué se han priorizado unas formas de medir los logros y no otras? Con estas reformas, ¿se está garantizando un enfoque de derechos?

El Movimiento Pedagógico Latinoamericano impulsado por la Internacional de la educación de América Latina ha sido claro en denunciar que cuando la política educativa tiene corte asistencialista, expresa una mirada colonial, pues no está pensando en las y los estudiantes como sujetos del derecho a la educación, sino como receptáculos de servicios asistenciales o de caridad [1].

El Norte global insiste en que la movilización de recursos, ya sea por donaciones o endeudamiento, es la solución para la educación. En el 2000, en Dakar, se calculaba un aumento de 8.000 millones de dólares anuales para cumplir las metas educativas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Quince años después, en Incheon, la Comisión para la Educación (Education Commission, 2022) recomendaba movilizar 71.000 millones de dólares desde el 2020 al 2030 para lograr las metas educativas de la Agenda 2030.

Pero estos dineros parecen haber impulsado reformas que no fueron relevantes: en 1990, Jomtiem contabilizaba 800 millones de niñas y niños excluidos de la escuela primaria, en el 2000 Dakar reportaba 113 millones de estudiantes fuera del sistema y en el 2015, Incheon reconoció un aumento a 158 millones de niñas y niños sin acceso a la educación primaria. (OLPE, 2018, b).

¿Por qué necesitamos un financiamiento educativo con perspectiva decolonial?

Estos ciclos de reformas y endeudamiento que no logran responder a millones de niñas, niños y jóvenes excluidas del derecho a la educación, pueden ser producto de una jerarquía epistémica: las autoridades educativas siguen caminando por recetas únicas, que no parecen saldar la necesidad de inclusión educativa.

El financiamiento educativo con mirada decolonial debe sostener una pedagogía decolonial, y brindar a la comunidad educativa, a los sindicatos y a los gobiernos las herramientas necesarias para desarmar las estructuras, normas y valores funcionales al colonialismo occidental y que, hasta la fecha, sostienen dinámicas económicas de desigualdad.

Descolonizar el financiamiento educativo pasa por garantizar que, tanto el origen de los recursos como sus destinos, rompieron con el ciclo de opresión colonial y no van a producir nuevos ciclos de jerarquías raciales, de clase, de género y de saberes.

Para cumplir estos requisitos, estos recursos deben generarse mediante un sistema fiscal con justicia tributaria o de fondos de solidaridad libres de condicionamientos y agendas de control. Estos recursos deben sostener políticas educativas igualmente decoloniales, definidas desde los saberes y las propuestas de los pueblos sujetos del derecho a la educación.

Por todo ello, el financiamiento educativo decolonial debe sostener una política educativa feminista, igualitaria, que desmantele la economía extractivista y que apueste por la paz, la soberanía y la solidaridad entre los pueblos.

Fuentes

Education Commission. Publicación de Marzo de 2022. Greater Share: A new fund investing in learning teams for learning transformation

Escobar, Arturo. (2005). “ Worlds and Knowledges Otherwise: The Latin American Modernity/Coloniality Research Program”.

Quijano, Aníbal. (2000). “Coloniality of Power, Ethnocentrism and Latin America”. Nepantla. Views from South, 1, 3, 533-580.

OLPE. (2022). Presupuestos educativos como nichos para la especulación financiera.

OLPE. (2018). Trends in Education.

OLPE. (2018). DE JOMTIEN 1990 A INCHEON 2015: 28 AÑOS DESANDANDO UN DERECHO.

El giro decolonial: reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global / compiladores Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel. – Bogotá: Siglo del Hombre Editores; Universidad Central, Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos y Pontificia Universidad Javeriana, Instituto Pensar, 2007.

1. ^

El Movimiento Pedagógico Latinoamericano impulsado por la Internacional de la Educación en América Latina ha defendido la participación de los sindicatos en el diseño de la política educativa, en la gestión educativa y en la definición de los presupuestos educativos.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.