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Mundos de la Educación

El profesorado necesita más innovación, no más innovaciones

publicado 2 noviembre 2023 actualizado 21 marzo 2024
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Estamos inmersos en una lucha mundial por el futuro de la profesión docente. Uno de los ámbitos en los que las fuerzas entrechocan es la importancia de la innovación educativa. Son muchos y muchas quienes abandonan la docencia porque no les gusta como su trabajo les hace sentir. Los educadores y educadoras quieren más oportunidades para innovar en su propia escuela con los niños y niñas que mejor conocen. Necesitamos en todas nuestras escuelas culturas de innovación más amplias y más sólidas impulsadas por el profesorado. En cambio, solemos ver restricciones a la innovación por parte de burocracias verticalistas y un número excesivo de exámenes. Y en otros lugares, se imponen al profesorado innovaciones no deseadas desde el exterior.

La promesa de la innovación

Cuando se permite a las escuelas innovar, el alumnado se desarrolla plenamente y su profesorado también. Lo he visto de cerca. Este año, casi cada mes he pasado una semana en aulas de todo Canadá como parte de una red de 41 escuelas que nuestro equipo de la Universidad de Ottawa ha desarrollado ( CPSN 2023). Después de la pandemia de COVID-19, las escuelas utilizan innovaciones en el aprendizaje basado en el juego para aumentar la participación y el bienestar entre los grupos vulnerables y marginados de estudiantes de enseñanza secundaria. El profesorado ha desarrollado y hecho avanzar una increíble variedad de innovaciones ( Hollweck, Cotnam-Kappel, Hargreaves & Boultif, 2023). Algunas son digitales e implican elementos como la programación, la edición de películas o jugar a Minecraft. Otras tienen más elementos mecánicos o un makerspace, es decir, un espacio de trabajo colaborativo que utiliza herramientas de alta tecnología o ningún tipo de tecnología, tales como la robótica, la cartografía con drones, la construcción de murales, la construcción de espacios de calma para los niños más pequeños o la creación de máquinas recreativas electrónicas hechas de cartón.

Buena parte del profesorado se está apartando de esas innovaciones que aumentan el tiempo de pantalla en el interior para centrarse más bien en innovaciones “verdes” en el exterior. Estas incluyen la construcción de senderos y jardines al aire libre, la construcción de torres de cultivo de madera para cultivar alimentos durante el invierno, o la vinculación del saber indígena sobre la tierra a las fases de la luna. Otras innovaciones implican actividades como escribir cuentos o aprender a cocinar, tejer, jugar a juegos de mesa con los padres de los niños o realizar trucos de magia.

En todas partes hay historias inspiradoras sobre el impacto positivo de los esfuerzos innovadores del profesorado.

Un estudiante que rara vez asistía a clases empezó a venir precisamente las jornadas de proyectos para poder construir un puente por el que viajarían pequeños Ozobots disfrazados que se convertirían en protagonistas de una historia que él y sus compañeros habían escrito.

Un alumno de 7º grado que había sido excluido de la escuela durante varias semanas por pelear con otro compañero, construyó una torre de madera con su padre, en el garaje de su casa, para cultivar alimentos en el interior. Luego dirigió los trabajos de otros estudiantes en el atrio de la escuela para que construyeran más torres y así poder proporcionar frutas y verduras durante todo el año a su comunidad desfavorecida.

Los peligros de la innovación

Lamentablemente, en la mayoría de las escuelas de hoy la innovación es la excepción, no la regla. Puede prosperar en las aulas de la educación de la primera infancia, antes de que empiece la “escuela de verdad”, pero en la mayoría de los establecimientos escolares, las exigencias de la preparación de exámenes, la rendición de cuentas de arriba abajo, la estandarización, la burocracia prepotente y la sucesión de reformas impuestas desde fuera y no deseadas, vacían la enseñanza y el aprendizaje de toda vida. Esta es una de las razones por las que tantos docentes tiran la toalla. No pueden dedicarse a la pasión primera que los llevó a elegir la profesión. No tienen autonomía para utilizar su criterio profesional. La imposibilidad de cumplir su propia función los desmoraliza.

Innovación disruptiva

Algunos gobiernos, muchas empresas de la tecnología educativa y numerosos consultores están intentando romper esta jaula de hierro de la inflexibilidad educativa con lo que el mundo empresarial denomina la innovación disruptiva ( Christensen, Johnson & Horn, 2008). Quieren trastocar la organización básica y los supuestos de la escolarización con tecnologías que hacen que cualquier estudiante pueda, de diferentes maneras, acceder al aprendizaje impartido por cualquier persona, en cualquier lugar y en el momento que elijan, con o sin profesor. La difusión de la tecnología digital durante la pandemia de COVID-19 ( Vaillancourt et al, 2021) los ha envalentonado.

Algunos interesados están realmente entusiasmados con las posibilidades de orientar más el aprendizaje hacia el alumnado y darle una mayor autodeterminación en su aprendizaje ( Wehmeyer & Zhao, 2020). Otros tienen motivos más dudosos: sustituir al profesorado por la tecnología, limitarlo a ser entrenadores o facilitadores suplementarios, aumentar los beneficios de las empresas de tecnología educativa y recortar el gasto de la educación pública.

No cabe duda de que las herramientas y plataformas digitales han ampliado, desde la pandemia de COVID-19, las diferentes formas en que el profesorado puede realizar su trabajo e implicar a su alumnado con mayor eficacia. Sin embargo, como señala la UNESCO (2021), la finalidad de la innovación tecnológica debe centrarse en el ser humano con el fin de mejorar los objetivos y procesos de todo ser humano, no para sustituirlos o dominarlos.

Ya vimos durante la pandemia de COVID-19, e incluso antes, cómo la introducción precipitada de la tecnología en masa no solamente no mejora la naturaleza humana de cada persona, sino que más bien la reduce. El exceso de tiempo frente a la pantalla perjudica la salud mental ( American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 2020). Limita las oportunidades del alumnado de relacionarse entre sí o de aprender al aire libre ( Nature Canada, 2018; Louv, 2008). En la escuela, el uso de teléfonos inteligentes crea distracciones, impide el aprendizaje de muchos alumnos y aumenta su grado de ansiedad ( UNESCO, 2023). El compromiso digital presupone que la juventud ya es capaz de autorregular su aprendizaje, cuando es evidente que muchos de los integrantes más vulnerables y marginados de nuestro alumnado no pueden hacerlo. El aprendizaje y la interacción en línea pueden ser cognitivamente tan buenos, y a veces incluso mejores, que el aprendizaje presencial, pero el aprendizaje emocional, el sentido del humor, la inspiración, la reflexión moral y ética, la atención interpersonal, la capacidad de “leer” cómo se siente y responde una persona y la mera capacidad de maravillarse se abordan mucho mejor en entornos presenciales.

Nuestro mejor recurso no es nuestra tecnología, sino nuestro profesorado. La prioridad absoluta hoy día debería ser que todo el profesorado trabaje conjuntamente, colaborando en la innovación, sin el obstáculo de las pruebas de alto riesgo y la estandarización, y sin la distracción de las soluciones digitales rápidas.

Innovación fiable

Necesitamos romper la oxidada jaula de hierro de la escolarización que está haciendo que numerosos docentes se sientan desanimados con su profesión ( Hess, 2013). Sin embargo, lo que nuestro alumnado y su profesorado necesitan sobre todo es más innovación inspirada y desarrollada por el profesorado en su propia aula con sus propios alumnos, a los que conocen mejor que nadie.

El profesorado y las escuelas tienen que dejar de aplicar las innovaciones de otros. En su lugar, necesitan basarse en el vínculo de la relación docente-alumno y desarrollar innovaciones propias, de confianza y fiables, colaborativas, ya sea a nivel de centro escolar o de la profesión entera, que refuercen este vínculo, no que lo debiliten.

La innovación fiable no es irresponsablemente disruptiva. Desarrolla y perfecciona formas de enseñar, de aprender y de evaluar a través de la investigación constante y la puesta a prueba por parte del profesorado que trabaja conjuntamente para que estas formas sean eficaces, significativas y no perjudiquen a las personas a las que atañe. La innovación fiable conduce a auténticas mejoras. Es lo que hace que cada docente se levante de la cama cada mañana. Puede utilizar tecnología digital pero no está dirigida ni dominada por esta tecnología. No tiene efectos secundarios graves. Las microinnovaciones fiables pueden ser utilizadas eficazmente por todo educador y educadora del mundo entero ( Hatch, Corson & Van den Berg, 2021).

El profesorado necesita de culturas integrales de microinnovación fiable en las que puedan aflorar una enseñanza apasionada y un aprendizaje atractivo. La innovación fiable apoya la autonomía del profesorado para crear nuevas formas de servir a su alumnado. Se basa en una cultura de profesionalidad colaborativa entre el profesorado en tanto que comunidad dentro y fuera de sus escuelas ( Hargreaves & O’Connor, 2018; Campbell, 2018). Se basa en la investigación de pruebas externas y en la perspicacia de las indagaciones dentro de la escuela. Estimula al profesorado a compartir lo que está creando y aprendiendo con otros docentes de otros lugares. Y al hacerlo, además de inspirar a su alumnado, lo implica más intensamente en su propia enseñanza.

Las culturas de innovación fiable que se propagan a lo largo de sistemas escolares enteros no son un sueño lejano. He participado en ellas, las he apoyado y he constatado la prueba de su impacto en la motivación y el compromiso del profesorado en extensas y duraderas redes en Canadá, Estados Unidos, Uruguay, México, Corea del Sur, Colombia y el Reino Unido, entre otros lugares ( Hargreaves, 2023). ¿Qué se necesita hoy día para crear y mantener estas florecientes culturas de la innovación en otras escuelas y sistemas?

El documento especializado que preparé, Leadership and Innovation, relativo al liderazgo e innovación para el Grupo de Alto Nivel sobre la Profesión Docente del Secretario General de la ONU incluye las 8 recomendaciones siguientes sobre cómo crear y mantener culturas generalizadas de innovación fiable.

  1. Crear un fondo común inclusivo de innovación en cada escuela, comunidad y sociedad
  2. Invertir en culturas colaborativas de innovación docente a nivel de todo el sistema.
  3. Eliminar los obstáculos a la innovación procedente del profesorado, tales como las pruebas de alto riesgo.
  4. Garantizar que los presupuestos de innovación estén impulsados por las necesidades educativas de equidad y excelencia, no por intereses corporativos externos.
  5. Evitar la transformación disruptiva. Adoptar la innovación fiable.
  6. Infundir un imperativo de equidad en todos los esfuerzos de innovación.
  7. Recurrir a la innovación local para lograr la inclusión colaborativa y la equidad en las comunidades.
  8. Preservar y proteger la contribución a la innovación que hace el profesorado que no desempeña funciones en el aula por grado o asignatura.

La batalla por la situación y la sostenibilidad de la profesión docente es también una batalla por el alma del mundo, así como por la juventud que definirá su futuro. Nuestro mejor recurso no es nuestra tecnología, sino nuestro profesorado. La prioridad absoluta hoy día debería ser que todo el profesorado trabaje conjuntamente, colaborando en la innovación, sin el obstáculo de las pruebas de alto riesgo y la estandarización, y sin la distracción de las soluciones digitales rápidas.

Las opiniones expresadas en este blog pertenecen al autor y no reflejan necesariamente ninguna política o posición oficial de la Internacional de la Educación.