La Cumbre Mundial de Docentes entrega un marco integral que exige inversión sostenible en la profesión docente
El Consenso consagra un principio por el que la Internacional de la Educación ha luchado: reconocer la relación docente-estudiante como parte del patrimonio común de la humanidad.
Ministros, sindicatos de docentes y líderes educativos reunidos en la Cumbre Mundial de Docentes en Chile adoptaron el Consenso de Santiago, un marco integral que compromete a los gobiernos a abordar la situación de la profesión docente.

El Consenso, desarrollado durante dos intensos días de negociaciones, establece seis áreas prioritarias para transformar la profesión docente: fortalecer las políticas docentes, revolucionar el desarrollo profesional, establecer un diálogo social genuino, garantizar un financiamiento sostenible, preparar a los docentes para el futuro digital y asegurar inclusión y equidad.
“El Consenso de Santiago demuestra el poder de las y los docentes organizados hablando con una sola voz. Regresamos a nuestros países con más que palabras en papel: llevamos un mandato renovado para la transformación. Este consenso reafirma lo que siempre hemos sabido: sin docentes no hay futuro. Ahora tenemos reconocimiento global de esa verdad respaldada por compromisos concretos de acción. Pero el verdadero trabajo empieza ahora: hacer que los gobiernos rindan cuentas de estos compromisos y asegurar que la voz docente siga siendo central en las políticas educativas.”
“Este es el momento decisivo para transformar las recomendaciones de Naciones Unidas sobre la profesión docente en acciones concretas que lleguen a cada aula, cada escuela, cada comunidad educativa”, agregó Mugwena Maluleke, presidente de la IE. “Las niñas y niños nos observan. El futuro nos observa. Y la historia juzgará, no por lo que prometimos, sino por lo que priorizamos. No por lo que dijimos, sino por lo que financiamos. Que se diga que en Santiago elegimos el coraje sobre la comodidad, la justicia sobre el silencio y la educación sobre las excusas.”

Seis pilares para la transformación
El Consenso de Santiago exige políticas nacionales docentes integrales que cubran todo el ciclo profesional, con gobiernos comprometidos con condiciones de trabajo decentes, salarios competitivos, cargas laborales realistas y respeto por el bienestar docente, reconociendo que la autonomía pedagógica y la colaboración entre pares son esenciales para el desempeño y la retención.
El marco establece seis áreas prioritarias de acción que responden directamente a las demandas defendidas por la Internacional de la Educación a través de la campaña ¡Por la Pública!:
- Políticas docentes integrales que aborden todo el ciclo profesional, desde la contratación hasta la progresión en la carrera, con especial atención a las zonas rurales y desatendidas donde la escasez es más aguda.
- Desarrollo profesional a lo largo de la vida que transforme la formación docente en un esfuerzo colaborativo, asegurando conexiones claras entre la formación inicial, la inducción, la mentoría y las oportunidades de aprendizaje continuo.
- Diálogo social y participación que establezcan mecanismos permanentes y transparentes para la participación docente en la formulación de políticas. El consenso reconoce explícitamente a los sindicatos de docentes como socios legítimos en la gobernanza educativa.
- Financiamiento sostenible que vaya más allá de la retórica hacia compromisos prácticos, incluyendo movilización de recursos nacionales y mecanismos innovadores de financiamiento que protejan la educación como un bien público.
- Docencia preparada para el futuro que fortalezca las competencias digitales y en inteligencia artificial preservando al mismo tiempo la dimensión relacional del aprendizaje. De manera significativa, el consenso llama a adoptar el Marco de Competencias de IA para Docentes de la UNESCO.
- Inclusión y equidad que diversifiquen la fuerza laboral docente para reflejar la diversidad de las comunidades y enfrenten las barreras estructurales que impiden a los grupos marginados ingresar a la profesión.
El Consenso aborda el crónico desfinanciamiento de la educación llamando a la movilización de recursos nacionales para apoyar políticas docentes integrales, al tiempo que reconoce explícitamente la agravante crisis de deuda que enfrentan los países de ingresos bajos y medios.
Además, de manera crucial, el marco reconoce a la juventud como actores esenciales para enfrentar la escasez mundial de docentes, llamando a promover “iniciativas lideradas por jóvenes” que presenten la docencia como una carrera viable y gratificante. Este enfoque de futuro reconoce que las y los estudiantes de hoy representan la fuerza laboral docente del mañana, lo que hace que su participación sea central para las soluciones de largo plazo, y no periférica al desarrollo de políticas.
Proteger lo que más importa
Quizás lo más significativo es que el consenso consagra un principio por el que la Internacional de la Educación ha luchado: reconocer la relación docente-estudiante como parte del patrimonio común de la humanidad. Esto representa más que un reconocimiento simbólico, es un compromiso para preservar la conexión humana en la educación frente al avance de soluciones puramente tecnológicas.
El documento afirma explícitamente que las tecnologías educativas deben “servir a la humanidad y no socavar el papel esencial de la socialización y la interacción humana en la educación.” Este lenguaje refleja la defensa de la IE de una educación que permanezca fundamentalmente relacional, no meramente transaccional.
“Santiago lo deja claro: la relación entre docente y estudiante es parte del patrimonio común de la humanidad y debe ser protegida y adecuadamente financiada. Ninguna tecnología puede reemplazar ese vínculo humano. Defenderlo es defender una escuela pública democrática. Eso significa tiempo para enseñar y autonomía profesional, para que la tecnología esté al servicio del aprendizaje, y no al revés.”
La IE en la Conferencia
Durante los días de la Conferencia, líderes sindicales de América Latina representaron a la Internacional de la Educación en distintos espacios y foros dejando clara la postura que el sector ha defendido no solo en este tipo de espacios sino a través de sus distintas luchas durante décadas.
En la inauguración, Mugwena Maluleke, presidente de la IE, subrayó que “los individuos pueden ser héroes, pero es un movimiento popular el que puede cambiar el curso de la historia… los docentes son clave para resistir dictaduras y reconstruir democracias.”
Por su parte, el presidente chileno Gabriel Boric advirtió: “No podemos naturalizar que se aumente el gasto en la guerra y se reduzca el gasto en educación.” También destacó el pago de la deuda histórica que se mantenía con el magisterio desde la dictadura, una conquista lograda en esta administración tras décadas de lucha docente.
Heleno Araújo, vicepresidente mundial de la IE, fue enfático en presentar las cinco demandas centrales de la organización para garantizar el futuro de la profesión docente y de la educación pública. Señaló la necesidad urgente de contar con más docentes mediante inversión en contratación, retención y condiciones laborales dignas; la implementación inmediata de las recomendaciones de la ONU sobre la profesión docente; la importancia de asegurar que la voz del magisterio esté en el centro de las decisiones educativas a través de un diálogo social genuino; el reconocimiento de la relación docente–estudiante como patrimonio de la humanidad; y un mayor apoyo internacional para financiar la educación pública, especialmente en contextos de crisis.
“Si realmente queremos mejorar la vida de las personas, necesitamos urgentemente cuidar de los y las docentes”, subrayó.
Respecto a los desafíos de la Inteligencia Artificial, Clint Johnston, presidente de la Federación de Docentes de Canadá, recalcó: “Las y los docentes queremos representación y diálogo social: queremos estar en la mesa desde el momento del diseño de la IA. Queremos ser confiados y formados; la IA es otra herramienta, y por eso los docentes debemos decidir cuándo y cómo usarla.”
Por su parte, Sonia Alesso planteó la urgencia de un nuevo sistema fiscal: “Las recomendaciones son claras en dos ejes: la creación de un fondo mundial para salarios docentes y el fin de las políticas de austeridad de las instituciones que han saqueado y colonizado nuestros recursos naturales. En un mundo donde nuestros niños mueren de hambre en Gaza, en Ucrania, en medio de las guerras o en los barrios más empobrecidos de América Latina, necesitamos inversión educativa. Y necesitamos una nueva fiscalidad donde quienes más tienen más paguen. No alcanza con políticas focalizadas: queremos traer la voz de los docentes del mundo para exigir nuevas políticas públicas que garanticen educación para todos y todas.”
El secretario general de la IE, David Edwards, se refirió a la injerencia de los organismos financieros internacionales afirmando: “El FMI y el Banco Mundial deben entender que no pueden reducir el valor de la docencia a un índice.”
Becky Pringle, integrante del Comité Ejecutivo de la IE y presidenta de la NEA (Estados Unidos), sumó una reflexión clave: “Cada vez que un docente deja el trabajo no es que esté abandonando la carrera, es que el Estado –a través del sistema educativo– no le garantizó las condiciones para poder permanecer en la profesión.” Y agregó: “No faltan docentes, faltan recursos que les garanticen condiciones para trabajar: dinero, tiempo, respeto y validación de su conocimiento.”
La profesión docente atraviesa hoy un momento crítico: se necesitan 50 millones de docentes adicionales en el mundo para alcanzar los compromisos del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 de aquí a 2030: una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todas y todos.
En América Latina esta realidad se vive con aulas sobrepobladas, salarios estancados y una precariedad extrema. A nivel global, la escasez de docentes es particularmente grave en África subsahariana (15 millones) y en Asia meridional (7,8 millones). Europa y América del Norte tampoco escapan al déficit, enfrentando la necesidad de casi 5 millones de docentes.
Del consenso a la acción
Más allá del lenguaje aspiracional, el Consenso de Santiago establece mecanismos concretos de rendición de cuentas. Los gobiernos reportarán avances a través del Centro de Conocimiento del ODS4, con un seguimiento regional fortalecido, y se les alienta a reflejar los compromisos de la cumbre en sus Informes Nacionales Voluntarios.
La Internacional de la Educación llegó a Santiago representando a 33 millones de trabajadores y trabajadoras de la educación con demandas unificadas: salarios justos, condiciones de trabajo decentes y seguridad laboral, cargas de trabajo realistas, escuelas seguras y bien equipadas, autonomía profesional y participación significativa en las políticas. Durante todo el evento, la IE subrayó una verdad simple: la escasez de docentes es el resultado de la falta sistemática de inversión, no una consecuencia inevitable de la demografía.
El Consenso ahora compromete a los gobiernos con los cambios estructurales necesarios para que la docencia sea una profesión respetada y adecuadamente apoyada. Se construye sobre 18 meses de incidencia tras las recomendaciones de la ONU sobre la profesión docente. La IE y sus organizaciones miembros regresan a casa con compromisos gubernamentales concretos: una plataforma para organizar, negociar y exigir cuentas a los gobiernos.
